Disonancias/ La siembra del ombligo

Por Griselda Sánchez, publicado en Desinformémonos, jueves 19 de enero del 2017

Largo es el camino de las radios comunitarias, más de medio siglo lo constatan. En la actualidad el neoliberalismo y su modelo extractivo han diversificado las formas políticas, judiciales y militares del despojo territorial a los pueblos indígenas, socavando la unidad interna, el sustento socioeconómico y los modos de vida, perjudicando no sólo de forma inmediata a los pueblos, sino derivando en una crisis civilizatoria a nivel planetario.

Ante esto, los medios de comunicación comunitarios se han ido posicionando en su práctica político-comunicacional; así es como nació una nueva ola de radios comunitarias en los últimos quince años. No sólo desempeñan un papel de apoyo a las acciones colectivas de las organizaciones sociales sino que también se han convertido en actores sociales: desde las radios se convoca, se organiza. Algunas han tratado de articularse en cumbres, encuentros, foros y seminarios para mantenerse coordinadas ante lo que a todos aqueja: el despojo territorial. Para Socrates de la Radio Jëmpoj en Tlahuitoltepec Mixe, Oaxaca, el territorio no sólo es el lugar físico donde se asientan como comunidad, sino que partimos de que es una relación simbólica con sus habitantes que le dan sentido en lo filosófico, emocional, lingüístico, espiritual y organizacional; es la base para la reproducción de una identidad colectiva […] espacio físico y ontológico porque permite la trascendencia del ser con y hacia otros seres, reafirmada por la historia.

En un largo camino por Abya Yala, acompañamos procesos de radios comunitarias y pudimos conocer organizaciones y colectivos radiofónicos que luchan por el derecho a la libre determinación y la defensa de la tierra y el territorio. Conocimos por ejemplo en Centroamérica la Red Mesoamericana de Radios Comunitarias, Indígenas y Garífunas, donde destacan Radio Zacate Grande y Faluma Bimetu en Honduras. Estos medios son conocidos por defender los derechos de sus comunidades y en particular el derecho a la tierra ante los riesgos de expropiación que enfrentan por los megaproyectos turísticos emprendidos por un grupo de políticos y empresarios nacionales. Esta resistencia le ha valido a Faluma Bimetu que a finales del año 2009 incendiaran su cabina de radio.

Abajito de Honduras se encuentra un pequeño país, grande en historia, que libró la batalla contra la dictadura con Radio Venceremos: el Salvador. Ahí transmite Radio Victoria, creada en 1993 por los desplazados y desplazadas de la guerra civil, que regresaron del campamento hondureño de Mesa Grande a finales de los años ochenta, después de permanecer exiliados casi ocho años. Ellos y ellas están en contra de la minería a cielo abierto y desde el 2004 se han convertido en la voz de las comunidades locales, en defensores del medio ambiente y en militantes ecologistas opuestos a los planes de explotación minera de la compañía multinacional canadiense Pacific Rim. Su lucha ha costado muertos y amenazas entre la población en general y entre los comunicadores. Estos últimos incluso se han visto forzados a salir de su comunidad.

En Guatemala, la Radio Sipaestereo también se enfrenta a la megaminería e ilustra muy bien los procesos de resistencia desde las ondas radiales. El papel de la radio fue esencial para la Consulta Popular Contra la Minería que se llevó a cabo en el municipio de Sipacapa, Departamento de San Marcos, el 18 de Junio del 2005: a pesar de la desinformación sobre el referendo y los intentos de boicot por parte de la empresa minera, los habitantes de Sipacapa acudieron masivamente a votar. En total, el 98.5 por ciento de las 2 445 personas que participaron en la consulta rechazaron el proyecto que afectaría Sipacapa y San Miguel Ixtahuacan al introducir maquinaria pesada en la región e instalar la infraestructura de la Mina Marlin de la empresa Montana Exploradora, subsidiaria de la transnacional canadiense Glamis Gold.

En Colombia, el CRIC —Consejo Regional Indígena del Cauca— tiene ya más de 40 años de experiencia en recuperación de la tierra y ampliación de los Resguardos. Es una de las organizaciones más importantes del país. Su zona de influencia es el Departamento del Cauca, ubicado al sur occidente del país. Mediante su Plan de Vida (estructura conformada por cinco tejidos: Económico Ambiental, Pueblo y Cultura, Justicia y Armonía, Defensa de la Vida, Comunicación) contrarresta lo que considera el modelo económico de muerte: fortalece los cabildos indígenas, las empresas económicas comunitarias, la salud, la educación y exige la justa aplicación de las leyes en materia indígena, leyes que ignoran los megaproyectos extractivistas como el IIRSA, proyecto de Integración de Infraestructura Regional Suramericana. Ante este panorama, el Tejido de Comunicación y Relaciones Externas para la Verdad nace con el objetivo de defender la pervivencia de este proceso, el territorio y la vida. Este tejido es entendido como una gran tela compuesta por “hilos” (los medios de comunicación que van tejiendo conciencia), “nudos” (personas dentro y fuera del territorio que ayudan en las tareas de la comunicación) y “huecos” (espacios en donde, como en las asambleas, se toman las decisiones). Para difundir la palabra Nasa a nivel nacional e internacional, han echado mano de videos, páginas web, radios y revistas.

Colombia es uno de los países que más nos ha enseñado con su práctica político- comunicacional. El Tejido de Comunicación de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACINC) merece todo nuestro respeto; lleva más de 10 años realizando foros regionales y nacionales. Sus reflexiones parten de una noción de comunicación mucho más profunda que lo que acostumbramos en otras geografías: la comunicación propia nace de la necesidad de crear y tejer comunidad en el sentido espiritual y de la conversación que se da con la naturaleza.

Y palabrandando seguimos hasta Argentina con las radios mapuches al sur y con la red de emisoras del Movimiento Campesino de Santiago del Estero-Vía Campesina (MOCASE-VC) en el norte. Este último inauguró varias radios comunitarias con la participación de los campesinos y comunidades indígenas, y construyó con el apoyo del Movimiento Nacional Campesino indígena (MNCI) la Universidad Campesina SURI, cuya curricula enfatiza la carrera de comunicación. El MOCASE es una de las organizaciones más importantes del país en lo que a defensa de la tierra atañe. Uno de los problemas que enfrenta son los agronegocios y el “desierto verde” que se ha ido expandiendo con la entrada de la siembra de monocultivo de soya transgénica que devasta los bosques, contamina los suelos, el agua y dispara los precios de los alimentos en el mercado interno. Incluso ha llegado al extremo de desalojar a comunidades enteras. Ante estas amenazas, la gente del lugar ha respondido organizándose, resistiendo y retomando las tierras que le fueron arrebatadas. En esta lucha, el papel de las radios comunitarias del MOCASE es informar y brindar alternativas en cuanto a organización y producción, tejiendo vínculos, por ejemplo con cooperativas que acobija.

En México existe otro ejemplo de alternativas al desarrollo que no podemos dejar de mencionar: la CRAC, Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias —mejor conocida como Policía Comunitaria—, ubicada en el estado de Guerrero. La conforman pueblos na savi, me’phaa, nahuas y afromestizos que viven en aproximadamente 69 comunidades de los municipios de la Costa Chica y Montaña de ese estado. Desde Octubre de 1995 la CRAC tiene entre sus tareas la seguridad, la administración de justicia y un modelo de reintegración social conocido como reeducación. Hace siete años implementó como parte de su proyecto integral de desarrollo un sistema de comunicación que cuenta con un sitio web, un centro de video documental y radios comunitarias que cubren gran parte de la región en la que actúa con el objetivo de fortalecer la organización y demandar la no intromisión de la minería (empresa Hochschild México S.A. de C.V.) en su territorio comunitario.

Colindando con el estado de Guerrero se encuentra Oaxaca. Si bordeamos la costa, llegamos al Istmo de Tehuantepec donde surcan las ondas radiales la Voz del General Charis en la comunidad de Álvaro Obregón que se organiza ante los megaproyectos eólicos, a corta distancia se encuentra Radio Totopo, así como Radio Cundachi en la Ciudad Ixtepec. Muy cerca de la capital del estado transmite desde finales del 2014 Movimiento Radio, en San José del Progreso. Este pueblo también se opone a la minería a cielo abierto.

Para esta nueva ola de radios comunitarias, el común denominador es la premisa de que lo que está en juego es su reproducción como pueblos indígenas y sobre todo la vida misma. Han tenido que apropiarse de medios que les sirven como herramientas —no desde la instrumentalización de la comunicación— para expandir sus demandas, facilitar la organización y la movilización. Además, volvieron a rebatir la información-manipulación de los periódicos, televisoras y radios comerciales enfatizando la comunicación dialógica.

Estas radios comunitarias que se manifiestan abiertamente por la defensa del territorio nacieron en el seno de una organización o se acuerparon en el camino con un frente de lucha o en una asamblea. De un modo u otro, siempre son parte de los procesos de resistencia en los que están inmersas: no son meros observadores externos. Se saben en contextos de violencia; saben que se juegan todo, porque lo que está en riesgo es justo la vida misma. Con su práctica ejercen la libre determinación para tener y operar sus propios medios de comunicación, como diría el radialista Benito Contreras de La Voz del Pueblo ubicada en la montaña de Guerrero: Estamos seguros que el aire donde viaja nuestra palabra es parte del territorio.

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