Jóvenes indígenas y expresión de la diversidad sexoafectiva

Hablar de diversidad sexual en las comunidades indígenas resulta complejo, pues no existen datos oficiales que ayuden a ilustrar la diversidad existente. Si bien es cierto que cada vez hay más instituciones y organizaciones que trabajan por la defensa de los derechos de las personas LGTBIQ+, es innegable que continúa habiendo prejuicios y discriminación hacia aquellas personas con una orientación o identidad sexual diversa. «Las cosas han cambiado mucho desde hace unos años, pero sigue siendo un tema complicado, especialmente para los jóvenes», cuenta un jóven indígena. Al igual que el resto de personas que han ofrecido su testimonio para la realización de este artículo, él prefiere mantenerse en el anonimato, lo que resulta ilustrativo, ya que es un ejemplo de la incomodidad que para muchas personas indígenas supone todavía hablar abiertamente de estos temas.

«En las comunidades identificarse con un género o tener una orientación sexual diversa añade a los jóvenes una presión extra, ya que se impone el deber de seguir lo que se espera de ellos en lugar de ser fieles a ellos mismos» explica este jóven, que destaca la importancia de creear espacios seguros en los que los niños y niñas puedan expresarse y hablar con libertad. «El entorno es muy importante, los adultos tienen que aprender a escuchar y entender las diversidad, porque si no es muy complicado que los chavitos y las chavitas sientan que pueden hablar sin miedo de como se sienten».

«Yo ahora me puedo identificar como hombre gay», cuenta otro jóven que, sin embargo, dice no haber conseguido dar el paso de compartir su orientación sexual con su entorno. «Sigue siendo un tema tabú en mi vida. Todavía no doy el paso de hablarlo» explica. Compartirse abiertamente como parte del colectivo LGTBIQ+ supone en muchas comunidades convertirse en foco de atención. «La violencia no es únicamente física, también es psicológica. Hay insultos, señalamiento… Llamar la atención y sentir que la gente opina no es algo para lo que todas las personas estamos preparadas». Romper con lo que la sociedad espera de ti significa exponerse al juicio público y a posibles situaciones de violencia y discriminación, pero esto se intensifica aún más cuando hablamos de contextos menos poblados, donde todo el mundo se conoce, y en los que la tradición y la religión tienen una fuerte presencia en el ideario colectivo. «En mi casa, las enseñanzas de la iglesia han estado siempre ahí, y eso me ha afecto y me afecta. Desde niño lo que me han dichos es que si soy un hombre me deben gustar las mujeres y que lo contrario está mal», cuenta este mismo jóven que asegura que durante muchos años creció creyendo que tenía que forzarse a responder a lo que su comunidad esperaba que él fuera.

«Es un proceso muy personal y es diferente para cada caso», comenta otro joven sobre lo que comúnmente se denomina como «salir del closet». Hay quien prefiere hablarlo sólo con parte de su círculo y otras que, por el contrario, deciden compartirlo y expresarlo abiertamente con todo el mundo. «Al final es una forma de represión. Vives reprimido y ocultando siempre una parte de ti», continúa y asegura que para él lo más importante es garantizar que todas las personas crezcan y vivan sintiendo que su entorno es seguro. «Las personas adultas tienen que aprender a escuchar y entender las diversidades.»

En este sentido, muchas personas que han investigado y reflexionado sobre la situación de las personas LGTBIQ+ en las comunidades indígenas, señalan la importancia de que exista una educación para la sexualidad, un concepto que va más allá de lo que tradicionalmente se entiende como educación sexual y que persigue el empoderamiento de las personas en la expresión de su diversidad sexo-genérica y erótico-afectiva para que ellas mismas proclamen y reclamen el respeto a sus derechos. «Darles confianza para que ellos sean libres, esa es la clave».

 

Esta actividad cuenta con el financiamiento de la AVCD y del Gobierno Vasco, además de la colaboración de KCD ONGD