El proceso formativo de radialistas comunitarios, hacia una vida libre de violencia

  • Según la DIREH1 2021, se estima que, en el estado de Oaxaca, el 67.1% de las mujeres de 15 años o más experimentaron algún tipo de violencia: Psicológica, Física, Sexual, Económica o Patrimonial a lo largo de la vida.
  • Organizaciones especialistas revelan que Oaxaca es la segunda entidad con el mayor número de feminicidios en México.

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Parir con Dignidad

La partería es indispensable para el cuidado de las personas y la reproducción de la vida. Se trata de una práctica ancestral que se ha visto obstaculizada por el sistema institucional de salud. A través de una investigación estamos dando a conocer la vigencia e importancia de la partería, escuchamos las voces de las parteras y brindamos elementos para que podamos parir con dignidad.

#Parircondignidad es una investigación llevada a cabo por el CIESAS Pacífico Sur , financiada por el CONACyT, que tiene como objetivo dar a conocer la vigencia y la importancia de la partería tradicional en México. A partir de esta investigación titulada «Situación actual de la partería indígena en seis estados de México», Ojo de Agua en colaboración con el CIESAS-Pacífico Sur ha realizado una serie de producciones radiofónicas y audiovisuales

La información sobre la investigación y los resultados completos del estudio están disponibles en:  https://pacificosur.ciesas.edu.mx/parir-con-dignidad/

Audiovisuales Parir con Dignidad

Se realizaron 5 producciones audiovisuales a lo largo de las dos fases de la investigación y el estudio en las que se recogen algunos de los testimonios de las parteras entrevistadas durante la investigación. Todas ellas están disponibles en el Vimeo de Ojo de Agua Comunicación.

Podcast Parir con Dignidad

También se realizaron cuatro producciones sonoras en formato podcast, en las que además del testimonio de parteras, pueden escuchar también a quienes estuvieron a cargo de la investigación contando cuales fueron algunos de los hallazgos y conclusiones que se recogen en los informes. Los cuatro programas están disponibles en el SoundCloud de Ojo de Agua.

Por el bien de todas, justicia para las mujeres. #25N a 5 años de la activación de la Alerta de Género en Oaxaca

Todos los días, llama nuestra atención las noticias en periódicos locales, ya sea en las ediciones impresas o en las versiones digitales descripciones como Fue alcanzada por una bala perdida al estar frente a su domicilio, perdió la vida cuando era trasladada al hospital”; “…El cuerpo fue localizado entre magueyes, fue torturada antes se ser asesinada a balazos”; Un sujeto atacó a la adolescente con un picahielo fue auxiliada, pero en el trayecto al hospital dejo de existir” y así los días transcurren entre notas y noticias de hechos violentos que dejan a madres, hijas e hijos, padres y a todo el circulo familiar con el dolor, la rabia y un peregrinar de días, entre visitas a las dependencias, trámites burocráticos y heridas que difícilmente se cerraran, porque siempre se repite la misma historia, como una maldición que pesa sobre los cuerpos de mujeres, niñas y adolescentes en México y en Oaxaca.

La violencia contra las mujeres y las niñas, es considerada una de las violaciones de los derechos humanos que lastima y merma la vida de muchas mujeres en el mundo. Se calcula que a nivel global una de cada tres mujeres han sufrido de violencia física y/o sexual al menos una vez en su vida, según información de la ONU.

Las consecuencias van desde lo físico, a lo sexual, psicológico y mortales para algunas mujeres, sin que se vea avances pese a los esfuerzos que se emprendan año con año en campañas que los gobiernos, organizaciones y colectivas realizan para visibilizar y denunciar cifras que en sí mismas lastiman a la colectividad.

De los 25 países con mayor tasa de feminicidios, 10 están en América Latina. México ocupa el lugar 23, ubicándose entre los cinco países con más incremento de homicidios contra mujeres y niñas. En datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en México entre 9 y 10 mujeres son asesinadas al día, siendo las mujeres mexicanas las más desprotegidas después de las de India, Arabia Saudita, Indonesia y Sudáfrica.

Es por este panorama de violencia de género que México tomó acciones por parte del gobierno creando en 2008 las Alertas de Violencia de Género contra las Mujeres (AVGM), las cuales se empezaron activar en 2015 en algunos estados con los más altos índices de violencia feminicida. De los 33 estados de la república mexicana, 11 tienen alerta de género, Oaxaca entre ellos, y pese a las medidas por parte de los gobiernos y la suma se esfuerzos de la sociedad civil, las distintas violencias siguen impidiendo el pleno desarrollo de mujeres niñas y adolescentes.

Aún cuando Oaxaca cuenta con Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres (AVGM), desde el 2018, y que dicho mecanismo de protección de los derechos humanos de las mujeres está contemplado en la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida libre de Violencia, esto no se ha traducido en justicia, ni cese de los actos violentos hacia las mujeres en el estado.

La falta de mecanismos claros en su diseño, implementación y evaluación en algunas entidades, la alertas de género tienen resultados bastante cuestionables, que a todas luces se pueden evaluar como una política pública no exitosa.

A lo anterior se suma la negligencia de las fiscalías, ministerios públicos y jueces tanto en el ámbito federal como en el local, desde la investigación, capacitación de servidores públicos y a la falta de recursos asignados. Esto provoca que los violentadores no reciban un verdadero castigo a consecuencia de sus acciones, obteniendo como resultado impunidad y falta de justicia para las víctimas de las diversas violencias, y entre tanto las cifras aumentan de manera preocupante.

Una mirada y un corazón que late por la vida de todas

Por todo esto, vemos imprescindible el trabajo que realizamos las organizaciones de la sociedad civil para sensibilizar a la población sobre el tema de las diversas violencias que viven día a día mujeres, niñas y adolescentes, en el hogar, centros escolares y laborales, así como espacios públicos y que, de alguna manera, se ha normalizado y perpetuado.

Desde nuestros espacios, diversas organizaciones y colectivas hemos venido abonando con nuestro granito de arena, para hacerle frente a la situación de violencia que no nos permite acceder a una vida plena, seguras y felices. En las 8 regiones del estado trabajamos con un enfoque más humano y amoroso, ofrecemos talleres de formación y de producción audiovisual, donde el principal objetivo es nombrar y visibilizar los distintos tipos de violencias, la prevención del abuso infantil, violencia y nuevas tecnologías, autocuidado y sanación. Los cuales dirigimos a mujeres, niñas y adolescentes y, en algunos espacios se incluyen a los jóvenes a quienes también la violencia les atraviesa y quienes forman parte de la solución que nos corresponde a todas y a todos.

Las pantallas del cine comunitario se iluminan de luz violeta, las ondas sonoras de las radios comunitarias y los podcast del ciber espacio, han sido tomadas por la voz de las propias mujeres para hablarnos de sus dolores, sus preocupaciones y sus apuestas para que la situación llegue a revertirse para las mujeres del campo y de la zonas periféricas de las ciudades. Consideramos que hay mucho qué hacer y mucho que decir.

La violencia en números

En Oaxaca, de los más de cien casos denunciados en la presente administración estatal, un poco más del 16 % de los casos de violencia en contra de las mujeres corresponde a delitos sexuales. Estos son datos arrojados en la Plataforma de Violencia Feminicida de Consorcio para el diálogo parlamentarios y la equidad Oaxaca AC. En ella también se documenta que, cerca del 80 % de los casos de víctimas su agresor es una persona desconocida y en el resto de los casos sí se identifica.

Al cierre de esta edición, el conteo de la violencia registra los siguientes números: Delitos sexuales 633, desaparecidas 2390, feminicidios 820, suicidios 135, violencia intrafamiliar 662, violencia política 70. De los casos de feminicidio 101 se han perpetrado desde el inicio de la actual administración, encabezada por Salomón Jara, gobiernos vienen y gobiernos van y ésta situación pareciera no tener solución, ni voluntad para resolverse.

Y así cada 25 de noviembre, fecha en que se conmemora el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia de Género, mujeres de todas las edades: amas de casa, estudiantes, profesionistas, colonas y mujeres de las comunidades de Oaxaca, se vuelcan en las calles donde a gritos reclaman esa justicia que no más no se ven llegar, a pesar de tanto pregón que lanzan a los cuatro vientos los gobernantes de este estado, con frases hechas para atraer turismo como Oaxaca lo tiene todos,… tienes qué vivirlo…” o la de la actual administración donde se autonombra como La primavera oaxaqueña”, o la de la presidencia de la república que machaca hasta el cansancio Por el bien de todos, primero los pobres”… pero no queda más que agregar que por el bien de todas, justicia para las mujeres.

Esta actividad cuenta con el financiamiento de la AVCD y del Gobierno Vasco, además de la colaboración de KCD ONGD

Deconstruyendo los roles de género: Masculinidades no hegemónicas

Los roles de género definen y dibujan nuestra personalidad, ya que dictan cómo debemos ser, cómo debemos comportarnos e incluso cuáles deben ser nuestros gustos de acuerdo a nuestra genitalidad. El feminismo lleva décadas luchando contra la concepción de las mujeres como personas sumisas, dependientes, emocionalmente muy delicadas, etc. Es decir, todo lo contrario al rol masculino, del cual se espera que cargue con el peso de quien lleva las riendas de la sociedad, dominando y liderando cualquier situación que se le presente de forma impasible.

El patriarcado no solo presiona a las mujeres para que se muestren de cierta manera, sino también a los hombres. Para «ser un buen hombre» hay que ser exitoso en el trabajo, tener una esposa y muchos hijos, tiene que ser el que provee económicamente a la familia y, por supuesto, debe bloquear todas aquellas emociones que puedan ser leídas como muestras de debilidad o vulnerabilidad. La lucha antipatriarcal implica también romper con la idea de lo que es «ser hombre», pues por ello pasa el conseguir una verdadera igualdad y una sociedad en la que ninguna persona sea juzgada por mostrarse tal y como es.

Es de este entendimiento, desde donde nace la concepción de «las nuevas masculinidades», como una forma de romper con la idea tóxica de la masculinidad tradicional para construir nuevas formas, mas sanas e igualitarias, de ser y relacionarse como hombre. Sin embargo, es importante destacar que hay muchas visiones que hablan de que resulta muchos más acertado nombrarlas como «masculinidades no violentas», «disidentes» o «no hegemónicas» pues ni son necesariamente nuevas, ni el adjetivo nuevo implica igualitario.

Todo esto ha sido el eje entorno al cual han girado las sesiones del proceso de formación de hombres referentes de género que ha venido desarrollando Ojo de Agua a lo largo de los últimos casi dos años. En los diferentes módulos los participantes han reflexionado a través de diversos módulos en los que se han abordado temas como el amor romántico, la paternidad, la sexualidad etc. El grupo ha estado trabajando la reflexión sobre qué es ser un masculino consciente de sus privilegios, pero también de sus limitaciones y faltas.

Aliados contra las violencias machistas

Acabar con la perpetuación de ideas tan arraigadas como que los hombres no lloran, no cuidan o que tienen que ser siempre fuertes y valientes es imprescindible para acabar con las violencias machistas. Pues entender el ser hombre, desde una mirada mas sana e igualitaria implica aprender a relacionarse tanto con los demás, como con uno mismo de una forma más respetuosa y no violenta.

Mario Bacelis Centeno, socioterapeuta especializado en perspectiva de género, habla de la importancia de que los hombres sean “parte del cambio» .»Es urgente que hagamos la parte que nos toca, de manera contundente», asegura. Lo que implica, ser conscientes de lo que la sociedad patriarcal espera de los hombres, para poder deconstruirlo y ejercer la parte activa que les corresponde en la lucha por la igualdad y la erradicación de la violencia contra las mujeres.

Corresponsabilidad en los cuidados y en el ámbito familiar

Resulta interesante también abordar el cambio que las masculinidades no hegemónicas arrojan a la cuestión de los cuidados. Según los valores masculinos tradicionales, cuidar está estrechamente vinculado al mandar. Durante siglos se ha entendido que el hombre es el «jefe de la familia», siendo el que toma las decisiones y tiene la última palabra.

Las masculinidades disidentes también apuestan por deshacerse de esa idea de cuidar desde la dominación a los que son cuidados. Una concepción que en muchos casos ha significado la justificación de la violencia dentro del ámbito familiar, sea hacia las infancias, sobre las que el ejercer «mano dura» se entiende como una forma de educar; o hacia las mujeres, para reafirmar con ello la superioridad de su rol de cabeza de familia.

Recientemente se ha comenzado a extender el uso del término de «masculinidades cuidadoras». Un concepto que se basa en la idea de que los cuidados son un derecho humano y que, por lo tanto, es labor de todas las personas ejercerlos y defenderlos. Universalizar los cuidados implica que la igualdad de género solo será real cuando hombres y mujeres dediquen el mismo tiempo y hagan las mismas renuncias laborales, personales o de cualquier otro tipo, para hacerse cargo de ellos.

Por lo tanto, el objetivo es caminar hacia unos cuidados corresponsables en los que las mujeres dejen de cargar con el peso de la crianza, las tareas del hogar y también del cuidado a los mayores y las personas dependientes de la familia.

 

Esta actividad cuenta con el financiamiento de la AVCD y del Gobierno Vasco, además de la colaboración de KCD ONGD

Mujeres rompiendo barreras en las radios comunitarias

Las condiciones de desigualdad entre hombres y mujeres al interior de las radios comunitarias es un tema cotidiano en el quehacer radiofónico, que van desde el como se distribuyen las responsabilidades, el ejercicio del poder, la toma de decisiones, el tipo de contenidos y las capacidades técnicas.

Contar con los recursos materiales, humanos y tecnológicos para una radio comunitaria, es complicado porque de entrada quienes hacen que las radios funcionen lo hacen “de a tequio”, quitando horas a la convivencia familiar, a la jornada del día, así como entremezclarlo con cargos comunitarios y todo lo que implica la vida en la comunidad.

Esto se acentúa, cuando se trata de mujeres radialistas, ya que a todo esto se le suma la crianza de hijas e hijos, el cuidado de la familia, de adultos mayores, los tequios y asambleas de los centros educativos, entre otras tareas más.

El piso no parejo al interior de las radios participativas, ha puesto en desventaja a las mujeres con respecto a sus compañeros, creándose así una brecha tecnológica de género. Entonces, ¿Cómo iniciar el camino o seguir avanzando en uno que nos lleve o al menos acerque, a la creación de condiciones de igualdad entre hombres y mujeres comunicadoras en la radios comunitarias?

Regularmente a las comunicadoras comunitarias dentro de las radios, se les dificulta participar en los talleres de capacitación por los horarios y los lugares donde se dan este tipo de actividades, por la responsabilidad que tienen en casa y la carga que esto significa para ellas.

Así que para hacer posible que lleguen a una capacitación de decidió hacer la planeación en conjunto con las participantes para que se diera en los tiempos que ellas podían destinar, así como generarles las condiciones para que sus hijas e hijos estuvieran seguros durante las actividades , así como acercarse a sus hogares, en caso de que no pudieran asistir al punto de encuentro.

A lo largo de casi 8 meses, viajamos de la planicie de los Valles Centrales a la templada zona de la Mixteca Alta, bajando al nivel del mar de La Costa, en la Mixteca baja y la zona del Istmo de Tehuantepec.

En este proceso participaron 12 mujeres comunicadoras comunitarias de 4 regiones del estado de Oaxaca, quienes forman parte de colectivos y radios comunitarias.

Como resultado de los talleres se realizaron 13 producciones radiofónicas utilizando todos los géneros radiofónicos, donde se abordan temas como: roles de género, cocineras tradicionales, medio ambiente, diversos tipos violencias y alcoholismo.

Cada mujer es una historia con sueños, vivencias, dolores, sin sabores, alegrías y esperanzas. Las une el hecho de ser mujeres, querer una vida mejor, el amor por su comunidad, la pasión por la radio y el tener mucho qué contar.

Ellas son Linda, Gabriela Sheyla, Jazmin, Patricia, Rosario, Madai, Magda, Roselia, Susana. Rebeca y Luz Daniela, quienes se comprometieron a formar parte de esta experiencia de formación y ser las mujeres que quieren romper barreras al interior de las radios comunitarias en Oaxaca.

El sueño de Patricia…

Patricia mujer zapoteca de 35 años habitante de Santa Ana del Valle, nunca había tenido contacto con las herramientas para hacer radio, sin embargo la radio forma parte de su vida cotidiana, le acompaña en las mañanas en su cocina al echar tortillas, preparar el desayuno para su familia y en el trabajo del campo, junto a su marido.

Es madre de dos hijas y 2 hijos uno de tan solo 2 años, quien le acompañó a las sesiones, cuando no tiene quién lo cuide. Dentro de la sesión se le acondicionó un espacio con libros, jugos didácticos, libros y material para pintar.

A pesar de ser muy joven, el contacto con la tecnología era muy escaso y se tuvo que empezar de cero, desde el encendido de una computadora, la grabadora de voz, la elaboración de un guión, y programa para editar audio.

Ella tuvo el deseo de seguir estudiando, pero esto no le fue posible por falta de recursos económicos, muy joven se casó y formó una familia.

El sueño de Patricia es que su hija Ángela, sí pueda tener la oportunidad de estudiar al igual que su otra hija y que los roles de género ya no formen parte del diario vivir de su comunidad y de eso trata su producción radiofónica. La cual construyó desde la creación de sus personajes, la historia, el guión, grabación y edición.

La sanación de Magda…

Corre el audio de la producción de Magda, ella respira y cierra los ojos. Es la sesión de escucha de las producciones que se realizaron en la región del Istmo.

Hay una pequeña sonrisa entre nervios y satisfacción, escucha atenta el resultado del trabajo final de su producción, donde ella abordó un retrato muy íntimo de una mujer que, a pesar de las adversidades de la vida, logra transformarse y sanarse.

Magda de 49 años habla sobre el porque del tema de su producción “fue sacar lo que una trae dentro para que al momento de que otras mujeres escuche la historia y que estén viviendo o hayan vivido esa situación sepan qué hacer y busquen ayuda, con un círculo de apoyo, atención psicológica. A mí me ayudó bastante la radio en el proceso de salir de esa situación, porque mi mente estaba enfocada en algo positivo”.

 

La fortaleza de Rosario…

Todos los días Rosario se levanta antes de que despunte el sol, hace frío en Santa María Yucuhiti, lugar de donde es originaria.

En el pasado, migró a Estados Unidos, donde se casó y formó una familia. Después de salir de un círculo de violencia intrafamiliar, regresa a su pueblo a enfrentarse a una vida complicada para intregrarse de nuevo a su comunidad.

Con la responsabilidad de sacar adelante a su hija e hijos, hace tortillas para vender, cuida la familia, cumple con un cargo comunitario como policía comunitaria por el cual, no percibe un pago y se da tiempo para desarrollarse de manera personal, y eligió la radio como medio para aportar algo más a su comunidad.

Para Rosario, es muy preocupante que el alcoholismo esté tan presente en su comunidad y cada vez más en los jóvenes, “Considero que es un tema que puede ayudar el comunicar a los jóvenes, a través de la radio, que es un vicio y que se supiera que en la comunidad hay personas que han fallecido por el consumo del alcohol, y que el factor principal para que la violencia se de es el alcohol. Y ver que en testimonio de una persona, si se puede dejar de beber y seguir adelante”.

En fechas próximas, se hará el lanzamiento de la serie completa resultados de esta capacitación, donde se podrá disfrutar de las historias hechas por mujeres comunicadoras y que se estarán compartiendo en este mismo medio.

 

Esta actividad cuenta con el financiamiento de la AVCD y del Gobierno Vasco, además de la colaboración de KCD ONGD

Jóvenes indígenas y expresión de la diversidad sexoafectiva

Hablar de diversidad sexual en las comunidades indígenas resulta complejo, pues no existen datos oficiales que ayuden a ilustrar la diversidad existente. Si bien es cierto que cada vez hay más instituciones y organizaciones que trabajan por la defensa de los derechos de las personas LGTBIQ+, es innegable que continúa habiendo prejuicios y discriminación hacia aquellas personas con una orientación o identidad sexual diversa. «Las cosas han cambiado mucho desde hace unos años, pero sigue siendo un tema complicado, especialmente para los jóvenes», cuenta un jóven indígena. Al igual que el resto de personas que han ofrecido su testimonio para la realización de este artículo, él prefiere mantenerse en el anonimato, lo que resulta ilustrativo, ya que es un ejemplo de la incomodidad que para muchas personas indígenas supone todavía hablar abiertamente de estos temas.

«En las comunidades identificarse con un género o tener una orientación sexual diversa añade a los jóvenes una presión extra, ya que se impone el deber de seguir lo que se espera de ellos en lugar de ser fieles a ellos mismos» explica este jóven, que destaca la importancia de creear espacios seguros en los que los niños y niñas puedan expresarse y hablar con libertad. «El entorno es muy importante, los adultos tienen que aprender a escuchar y entender las diversidad, porque si no es muy complicado que los chavitos y las chavitas sientan que pueden hablar sin miedo de como se sienten».

«Yo ahora me puedo identificar como hombre gay», cuenta otro jóven que, sin embargo, dice no haber conseguido dar el paso de compartir su orientación sexual con su entorno. «Sigue siendo un tema tabú en mi vida. Todavía no doy el paso de hablarlo» explica. Compartirse abiertamente como parte del colectivo LGTBIQ+ supone en muchas comunidades convertirse en foco de atención. «La violencia no es únicamente física, también es psicológica. Hay insultos, señalamiento… Llamar la atención y sentir que la gente opina no es algo para lo que todas las personas estamos preparadas». Romper con lo que la sociedad espera de ti significa exponerse al juicio público y a posibles situaciones de violencia y discriminación, pero esto se intensifica aún más cuando hablamos de contextos menos poblados, donde todo el mundo se conoce, y en los que la tradición y la religión tienen una fuerte presencia en el ideario colectivo. «En mi casa, las enseñanzas de la iglesia han estado siempre ahí, y eso me ha afecto y me afecta. Desde niño lo que me han dichos es que si soy un hombre me deben gustar las mujeres y que lo contrario está mal», cuenta este mismo jóven que asegura que durante muchos años creció creyendo que tenía que forzarse a responder a lo que su comunidad esperaba que él fuera.

«Es un proceso muy personal y es diferente para cada caso», comenta otro joven sobre lo que comúnmente se denomina como «salir del closet». Hay quien prefiere hablarlo sólo con parte de su círculo y otras que, por el contrario, deciden compartirlo y expresarlo abiertamente con todo el mundo. «Al final es una forma de represión. Vives reprimido y ocultando siempre una parte de ti», continúa y asegura que para él lo más importante es garantizar que todas las personas crezcan y vivan sintiendo que su entorno es seguro. «Las personas adultas tienen que aprender a escuchar y entender las diversidades.»

En este sentido, muchas personas que han investigado y reflexionado sobre la situación de las personas LGTBIQ+ en las comunidades indígenas, señalan la importancia de que exista una educación para la sexualidad, un concepto que va más allá de lo que tradicionalmente se entiende como educación sexual y que persigue el empoderamiento de las personas en la expresión de su diversidad sexo-genérica y erótico-afectiva para que ellas mismas proclamen y reclamen el respeto a sus derechos. «Darles confianza para que ellos sean libres, esa es la clave».

 

Esta actividad cuenta con el financiamiento de la AVCD y del Gobierno Vasco, además de la colaboración de KCD ONGD

Aportes desde las radios comunitarias hacia la eliminación de la discriminación por la diversidad sexual

Las y los radialistas comunitarios saben que tienen en sus manos y voces, una enorme responsabilidad: dar un servicio a sus comunidades. Este cargo implica entre otras cosas, estar en constante capacitación no sólo técnica, si no también de formación la cual responda a las múltiples de necesidades que sus regiones requieren.

Es por ello que desde sus cabinas y micrófonos, las radios comunitarias tienen un papel muy importante en la construcción por un mundo sin violencia en cualquiera de sus formas: desde la defensa y el cuidado del territorio, los derechos de las niñas, niños y mujeres, y por su puesto, una mirada informada, clara y propositiva hacia la prevención y eliminación de la discriminación por la diversidad sexual.

 

La discriminación: un juego en donde todas y todos pierden

La discriminación parte de la idea de que una cosa es mejor que otra, es creer que hay personas que valen más que otras debido a su apariencia como el color del piel, si es hombre o mujer, por su edad, grado escolar, descendencia cultural, por el lugar donde nacieron, su idioma, capacidades, estado de salud, y por supuesto, por su orientación sexual, identidad de género o características sexuales diversas.

Debido a lo anterior, las personas lesbianas, gay, bisexuales, trans e intersexuales (comúnmente conocidas como comunidades LGBTI) son afectadas en diversas formas y limita su desarrollo y potencial. Esta situación suele comenzar desde su hogar, ambientes donde sufren el rechazo de sus propios familiares y por ende tienen dificultades para expresar plena y libremente su orientación o identidad sexual. Esta no aceptación ocasiona falta de confianza y distanciamiento que repercute en las personas y sus familias a lo largo de su vida.

Sin embargo las afectaciones por el rechazo e incluso burlas, amenazas y hostigamiento están presentes también en el ámbito público, esto es: en la escuela, lo que puede dar como consecuencia la deserción escolar; y en el trabajo, lo que puede ocasionar ostilidad en el ambiente laboral, disminución de su productividad, no poder desarrollar su carrera profesional y hasta la pérdida de su aunonomía económica.

En México, seis de cada diez personas LGBTI consideran que su orientación sexual ha sido un obstáculo para acceder a un empleo… El 70% de los mexicanos LGBTI que tienen un empleo perciben que no reciben el mismo trato que sus compañeros heterosexuales.

Así mismo hay discriminación en todas las demás áreas de la sociedad, incluidas la iglesia y en las instituciones, lo que les dificulta el acceso a servicios como la salud por ejemplo.

La discriminacion por lo tanto, es un daño de múltiples dimensiones en donde toda la sociedad es afectada, pues desaprovecha las capacidades y aportes de las personas, deja huellas y afectaciones importantes, tal como problemas de autoestima, desórdenes alimenticios, aislamiento, e incluso la aversión puede elevarse hasta el acoso y la muerte.

«Diversas organizaciones señalan que en los últimos cinco años se han producido unas 459 muertes violentas de personas LGBTQ+ en México. Solo en 2020, asesinaron a 79 personas, es decir, unas 6.5 por mes».

«En Oaxaca, entre el 2015 hasta abril del 2022 iniciaron 34 indagatorias por diversos actos de discriminación hacia personas de la comunidad LGBTTTIQ+, según la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca (DDHPO)»

 

Ser indígena y gay, la doble o hasta triple discriminación

Según la Encuesta Nacional de Discriminación (Enadis) y el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), Oaxaca es uno de los estados donde hay más prevalencia de discriminación por la orientación sexual, y según las autoridades, el estado tiene sólo el 42% de acepación hacia la homosexualidad.

Este alto índice hace que las personas LGBTI en nuestro estado y en especial en comunidades indígenas estén inmersas en ambientes con un alto riesgo a ser violentadas, ya que además de ser discriminadas por su descendencia cultural son marginadas por su orientación sexual. Esta doble “capa de rechazo” puede ir en aumento si por ejemplo hablamos del caso de una mujer que además es indígena, pobre y lesbiana.

La presencia de esta discriminación puede tener su origen en las propias conductas heteropatriarcales que existen dentro de las comunidades tradicionales, en las cuales los roles de cómo deben ser las mujeres y los hombres están muy definidos. Desde muy pequeñas por ejemplo, muchas niñas no tienen mayor opción que ayudar a sus madres y abuelas a permanecer en casa para cocinar, limpiar y cuidar, mientras que los niños deben seguir las expectativas de cómo deben ser los hombres: fuertes, rudos, capaces de todo sin mostrar debilidad y atados a conductas muy específicas:“Eres hombre y los machitos no lloran”. No cumplir con estos mandatos sociales suele ser muy sancionado con fuertes burlas, más aún, si una persona no se comporta “como debe ser un verdadero hombre” por ejemplo.

Las personas que no son aceptadas por su orientación sexual viven situaciones en las que no pueden vivir cómodamente, se alejan de sus círculos familiares y de amigos por miedo al rechazo, castigo o burla, por lo que son a menudo obligados a casarse o bien hasta de huir de sus comunidades.

 

El papel de las radios comunitarias ante la discriminación

Los medios de comunicación comunitaria pueden contribuir en la prevención de los diversos tipos de discriminación que existen en sus comunidades, y uno de los primeros pasos sería visibilizar la existencia de estas situaciones y hablar de ellas de la manera más abierta e informada posible. Es importante por ello partir desde la reflexión y análisis de cómo es su comunidad, los tipos de violencia y discriminación que existen, qué tan arraigadas son las costumbres y tradiciones sobre los roles de género, quienes son las y los directamente afectados y cómo existen también afectaciones hacia todo el resto de la comunidad.

Las radios comunitarias pueden aportar en la visibilización del problema como en la elaboración y difusión de programas que incluyan temas sobre educación sexual y los contextos legislativos, así como poner atención en el contenido de la música, conscientes que dentro de ella se pueden difundir mensajes que promueven y refuercen la violencia y la homofobia.

Y quizá un paso previo muy importante, el reconocer dentro del propio equipo de la radio qué tan dificil es hablar sobre estos temas, cuáles son sus obstáculos personales, qué ideas se tienen en conjunto, y la creación de protocolos internos que ayuden a visibilizar conductas discriminatorias en cualquiera de sus formas y evitar que esté presente entre sus propias compañeras y compañeros.

Aunque no es un camino fácil debido a los fuertes arraigos sociales y culturales que existen, es impresindible ir trazando una ruta clara y de acción concreta dentro de las radios comunitarias para ir construyendo otras formas de convivencia libres de violencia y de discriminación.

 

Entendemos como diversidad sexual a las di­versas formas de expresar la afectividad, el erotismo, el deseo y las prácticas amorosas, así como de asumir identidades y preferen­cias que no se limitan a lo que conocemos como heterosexualidad o a las relaciones de pareja entre hombres y mujeres, es decir, se refiere al universo de posibilidades de asumir y vivir la sexualidad.

 

 

Esta actividad cuenta con el financiamiento de la AVCD y del Gobierno Vasco, además de la colaboración de KCD ONGD

Mujeres indígenas y feminismo comunitario

No existe una única forma de lucha antipatriarcal y es dentro del reconocimiento de esa pluralidad de feminismos, ligados a la diversidad de contextos, situaciones y violencias que sufren las mujeres, desde donde ellas mismas, hablan del feminismo comunitario. Una propuesta surgida desde las propias comunidades originarias y que entiende que, en las mujeres indígenas reside el valor y la valentía de sus ancestras, de las cuales se sirven para hacer frente a las múltiples opresiones que condicionan sus vidas. «Nosotras pensamos que nuestras abuelas fueron feministas porque hicieron un cambio en nuestra comunidad para lograr que hoy las mujeres tengan una participación política como nosotras», explica Silvia Gabriela Hernández, sanadora tradicional originaria de la comunidad de Bajos de Coyula en Huatulco.

Maricela Zurita, educadora y comunicadora comunitaria chatina originaria de San Juan Quiahije, define el feminismo comunitario como una corriente que «parte del reconocimiento como mujeres de nuestros cuerpos como el primer territorio que habitamos y de la dignidad de todos los cuerpos presentes». Hace referencia con esto a otro de los ejes centrales de esta propuesta, el concepto cuerpo-tierra, pues entiende que las mismas opresiones que el capitalismo y el patriarcado ejercen sobre los cuerpos de las mujeres, las ejercen sobre el territorio que ocupan. «Hablamos de contribuir a la mejora de nuestro contexto y entorno sin que eso implique la explotación de nadie, pero ese nadie incluye a nuestras compañeras, a nuestras infancias, a las plantas, a los animales…», cuenta Maricela.

Maricela, durante mucho tiempo, pensó que necesitaba salir de su comunidad para alejarse de todas las violencias machistas que veía en su entorno y cuenta que fue cuando lo hizo cuando se dio cuenta «no solo que fuera de la comunidad también se vivían violencias, sino que además ser chatina nos sumaba violencias». Cuenta que fue al llegar a Oaxaca para una formación y encontrarse con otras mujeres indígenas cuando dio el paso de reconocerse dentro del feminismo y de entender que el contexto comunitario tiene su propias particularidades. «Me sorprendió que todas éramos de diferentes pueblos indígenas, pero todas estábamos en situaciones muy similares», y explica que a partir de ahí tanto ella como sus compañeras empezaron a darse cuenta de como esas particularidades necesariamente iban a reflejarse en sus discursos. «Nos dábamos cuenta de que quienes nos daban esa formación en género, al no ser de comunidades indígenas, no tenían consciencia de nuestras realidades comunitarias y a partir de ahí tuvimos que entender que cosas aplicaba y cuales no a nuestros contextos para poder armar nuestra propia reflexión»

El contexto y la articulación de las luchas atendiendo a las realidades propias es clave para entender el feminismo comunitario. «El contexto importa y nuestro contexto es el contexto indígena», asegura Priscila Mendoza Cruz, una joven chatina que hace apenas un año se movió desde su comunidad, San Juan Quiahije, a la ciudad de Oaxaca para estudiar Derecho y cuenta que es precisamente el haber crecido en el contexto comunitario lo que la ha llevado a interesarse por la divulgación y defensa de los derechos de las mujeres y de las niñas. «Yo me encuentro en una situación de violencia intrafamiliar en la que veo denigrados mis derechos y lo que siento es que es injusto y que esto me pasa a mi por el hecho de ser mujer y que igual que a mí, le pasa a muchas otras», relata Priscila sobre su infancia. «Hay muchas mujeres que viven las violencias, pero no lo dicen y tampoco saben a quien acudir» cuenta Priscila, pero para muchas otras, es precisamente el haber atravesado situaciones de violencia o haberlas visto en su entorno lo que, como a ella, las ha llevado a la lucha antipatriarcal.

Evitelia Pacheco Ramirez, es una mujer Mixe originaria de la comunidad Emiliano Zapata en San Juan Cotzocon. Actualmente se dedica, a través de la Red de Mariposa de Mujeres Mixes a ayudar a otras mujeres que, como ella, han sufrido algún tipo de violencia o han visto de alguna forma vulnerados sus derechos y se reconoce dentro del feminismo comunitario porque cree que «el tipo de violencia que se vive en las comunidades y las realidades a las que nos enfrentamos las mujeres indígenas son diferentes a las que se viven en la ciudad». «Las propias mujeres en las comunidades somos las que normalizamos las violencias y no decimos nada cuando algo pasa porque se nos ha dicho siempre que las cosas son así, que es lo que nos toca, pero no lo es», reivindica Evitelia y que no tiene dudas de que si la vida de las mujeres en comunidad es diferente a muchos niveles, su forma de enfrentar las violencias que sufren también debe serlo.

¿Por qué es importante nombrarse feminista?

«Muchas veces las mujeres en comunidad no se nombran feministas», señala Silvia Gabriela Hernández. Este es el caso de Priscila Mendoza quien afirma no sentirse, al menos de momento, «completamente cómoda con término» y prefiere definirse simplemente como «una mujer chatina que está aprendiendo e indagando y que desea e intenta trabajar y contribuir para que todas las mujeres conozcan sus derechos y puedan tener una vida libre de violencias».

El autorreconocimiento o no como feminista o como feminista comunitaria es, de acuerdo con Maricela, resultado de un proceso que cada una vive a su manera. «En mi caso, supe reconocerme y darme nombre cuando llegué a Oaxaca a una formación en la que me junté con otras compañeras que venían de otros pueblos indígenas y me di cuenta de que todas habían vivido situaciones similares a de la que yo venía huyendo», cuenta Maricela.

Pese a entender que «la palabra feminismo es una forma de lucha en sí misma», Silvia Gabriela Hernández, reconoce que lo verdaderamente importante son las acciones y las luchas. «Toda mujer que lucha, que construye, que piensa en un cambio positivo para la sociedad, para mí es considerada feminista y no importa que se reconozca o no bajo esa etiqueta». En esta línea, Silvia recuerda que el feminismo comunitario reivindica, reconoce y persigue la continuidad de lucha de las ancestras. «Nuestras abuelas, sin saberse feministas, lucharon contra el patriarcado y lograron cambios en nuestras comunidades y, al final, hablar del feminismo en comunidad significa retomar nuestras raíces y reivindicar desde ahí lo que las mujeres indígenas somos».

Esta actividad cuenta con el financiamiento de la AVCD y del Gobierno Vasco, además de la colaboración de KCD ONGD

Las mujeres oaxaqueñas se unen para exigir justicia y el fin de la impunidad para los agresores y feminicidas 

Aprovechando la señalada fecha del 25N, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, en la que ciudades al rededor de todo el planeta acogen actos en recuerdo a las compañeras que han sido víctimas de ataques, agresiones y asesinatos, y miles de mujeres participan en manifestaciones pidiendo justicia para sus agresores, la Asamblea de Mujeres Oaxaqueñas Tejiendo Comunidad y Lucha Antipatriarcal ha organizado una Jornada de Indignación contra el Estado Feminicida con el objetivo de alzar la voz sobre la alarmante situación de violencia y riesgo en la que se encuentra las mujeres en el Estado de Oaxaca.  Leer más