Mujeres rompiendo barreras en las radios comunitarias

Las condiciones de desigualdad entre hombres y mujeres al interior de las radios comunitarias es un tema cotidiano en el quehacer radiofónico, que van desde el como se distribuyen las responsabilidades, el ejercicio del poder, la toma de decisiones, el tipo de contenidos y las capacidades técnicas.

Contar con los recursos materiales, humanos y tecnológicos para una radio comunitaria, es complicado porque de entrada quienes hacen que las radios funcionen lo hacen “de a tequio”, quitando horas a la convivencia familiar, a la jornada del día, así como entremezclarlo con cargos comunitarios y todo lo que implica la vida en la comunidad.

Esto se acentúa, cuando se trata de mujeres radialistas, ya que a todo esto se le suma la crianza de hijas e hijos, el cuidado de la familia, de adultos mayores, los tequios y asambleas de los centros educativos, entre otras tareas más.

El piso no parejo al interior de las radios participativas, ha puesto en desventaja a las mujeres con respecto a sus compañeros, creándose así una brecha tecnológica de género. Entonces, ¿Cómo iniciar el camino o seguir avanzando en uno que nos lleve o al menos acerque, a la creación de condiciones de igualdad entre hombres y mujeres comunicadoras en la radios comunitarias?

Regularmente a las comunicadoras comunitarias dentro de las radios, se les dificulta participar en los talleres de capacitación por los horarios y los lugares donde se dan este tipo de actividades, por la responsabilidad que tienen en casa y la carga que esto significa para ellas.

Así que para hacer posible que lleguen a una capacitación de decidió hacer la planeación en conjunto con las participantes para que se diera en los tiempos que ellas podían destinar, así como generarles las condiciones para que sus hijas e hijos estuvieran seguros durante las actividades , así como acercarse a sus hogares, en caso de que no pudieran asistir al punto de encuentro.

A lo largo de casi 8 meses, viajamos de la planicie de los Valles Centrales a la templada zona de la Mixteca Alta, bajando al nivel del mar de La Costa, en la Mixteca baja y la zona del Istmo de Tehuantepec.

En este proceso participaron 12 mujeres comunicadoras comunitarias de 4 regiones del estado de Oaxaca, quienes forman parte de colectivos y radios comunitarias.

Como resultado de los talleres se realizaron 13 producciones radiofónicas utilizando todos los géneros radiofónicos, donde se abordan temas como: roles de género, cocineras tradicionales, medio ambiente, diversos tipos violencias y alcoholismo.

Cada mujer es una historia con sueños, vivencias, dolores, sin sabores, alegrías y esperanzas. Las une el hecho de ser mujeres, querer una vida mejor, el amor por su comunidad, la pasión por la radio y el tener mucho qué contar.

Ellas son Linda, Gabriela Sheyla, Jazmin, Patricia, Rosario, Madai, Magda, Roselia, Susana. Rebeca y Luz Daniela, quienes se comprometieron a formar parte de esta experiencia de formación y ser las mujeres que quieren romper barreras al interior de las radios comunitarias en Oaxaca.

El sueño de Patricia…

Patricia mujer zapoteca de 35 años habitante de Santa Ana del Valle, nunca había tenido contacto con las herramientas para hacer radio, sin embargo la radio forma parte de su vida cotidiana, le acompaña en las mañanas en su cocina al echar tortillas, preparar el desayuno para su familia y en el trabajo del campo, junto a su marido.

Es madre de dos hijas y 2 hijos uno de tan solo 2 años, quien le acompañó a las sesiones, cuando no tiene quién lo cuide. Dentro de la sesión se le acondicionó un espacio con libros, jugos didácticos, libros y material para pintar.

A pesar de ser muy joven, el contacto con la tecnología era muy escaso y se tuvo que empezar de cero, desde el encendido de una computadora, la grabadora de voz, la elaboración de un guión, y programa para editar audio.

Ella tuvo el deseo de seguir estudiando, pero esto no le fue posible por falta de recursos económicos, muy joven se casó y formó una familia.

El sueño de Patricia es que su hija Ángela, sí pueda tener la oportunidad de estudiar al igual que su otra hija y que los roles de género ya no formen parte del diario vivir de su comunidad y de eso trata su producción radiofónica. La cual construyó desde la creación de sus personajes, la historia, el guión, grabación y edición.

La sanación de Magda…

Corre el audio de la producción de Magda, ella respira y cierra los ojos. Es la sesión de escucha de las producciones que se realizaron en la región del Istmo.

Hay una pequeña sonrisa entre nervios y satisfacción, escucha atenta el resultado del trabajo final de su producción, donde ella abordó un retrato muy íntimo de una mujer que, a pesar de las adversidades de la vida, logra transformarse y sanarse.

Magda de 49 años habla sobre el porque del tema de su producción “fue sacar lo que una trae dentro para que al momento de que otras mujeres escuche la historia y que estén viviendo o hayan vivido esa situación sepan qué hacer y busquen ayuda, con un círculo de apoyo, atención psicológica. A mí me ayudó bastante la radio en el proceso de salir de esa situación, porque mi mente estaba enfocada en algo positivo”.

 

La fortaleza de Rosario…

Todos los días Rosario se levanta antes de que despunte el sol, hace frío en Santa María Yucuhiti, lugar de donde es originaria.

En el pasado, migró a Estados Unidos, donde se casó y formó una familia. Después de salir de un círculo de violencia intrafamiliar, regresa a su pueblo a enfrentarse a una vida complicada para intregrarse de nuevo a su comunidad.

Con la responsabilidad de sacar adelante a su hija e hijos, hace tortillas para vender, cuida la familia, cumple con un cargo comunitario como policía comunitaria por el cual, no percibe un pago y se da tiempo para desarrollarse de manera personal, y eligió la radio como medio para aportar algo más a su comunidad.

Para Rosario, es muy preocupante que el alcoholismo esté tan presente en su comunidad y cada vez más en los jóvenes, “Considero que es un tema que puede ayudar el comunicar a los jóvenes, a través de la radio, que es un vicio y que se supiera que en la comunidad hay personas que han fallecido por el consumo del alcohol, y que el factor principal para que la violencia se de es el alcohol. Y ver que en testimonio de una persona, si se puede dejar de beber y seguir adelante”.

En fechas próximas, se hará el lanzamiento de la serie completa resultados de esta capacitación, donde se podrá disfrutar de las historias hechas por mujeres comunicadoras y que se estarán compartiendo en este mismo medio.

 

Esta actividad cuenta con el financiamiento de la AVCD y del Gobierno Vasco, además de la colaboración de KCD ONGD

Radioretratos de mujeres indígenas

Historia de un maestro

por Mónica Mateos Vega, publicado el 17 de junio de 2016 en el Blog MM Reportera / La Jornada.
 
A mediados de los años cuarenta del siglo XX, Jaime Torres Bodet (1902-1972), entonces secretario de Educación Pública, promovió una reforma educativa que bautizó muy pomposamente como “escuela de la unidad nacional”.
Fue la “modernización” de la época. Se dispuso que las normales rurales dejaran de tener un lugar importante en el discurso educativo oficial, se les redujo el presupuesto y, al igual que en otras dependencias la Secretaría de Educación Pública (SEP), se inició una depuración de profesores y estudiantes calificados de «comunistas”.
Esos fueron los años que le tocaron vivir al profesor Albino Mateos Martínez, cuya gestión más
significativa ocurrió entre 1955 y 1957, cuando dirigió la Escuela Normal Rural Justo Sierra Méndez de Hecelchakán, Campeche, e impidió el cierre del plantel.
El profesor Albino nació el 4 de noviembre de 1904 en Villa de Zaachila, una comunidad indígena zapoteca del estado de Oaxaca. Su padre fue Ladislao Mateos Mendoza, campesino, y su madre Jerónima Martínez Pérez, partera.
Su abuelo materno, José María Martínez Cerero, también originario de Zaachila, fue durante mucho tiempo de las pocas personas que sabían leer y escribir en su comunidad (aprendió de manera autodidacta). Cada semana, don Chema, como le llamaban, mandaba traer los periódicos de la capital para compartir con familiares y amigos las noticias, no obstante dedicarse también al campo.
Gracias a él, Albino se interesó desde muy niño en terminar sus estudios, situación que era difícil entre los pequeños de Zaachila a principios del siglo XX debido a las condiciones de pobreza y marginación en las que vivían.
Al concluir la primaria, Albino pidió a sus padres que lo mandaran a la ciudad de Oaxaca para continuar la secundaria. Se fue a vivir con unos familiares y debió comenzar a trabajar para pagar sus estudios y manutención. No obstante su entusiasmo, dejó la escuela por algunos periodos para dedicarse de lleno al trabajo.
Luego de muchos tropiezos, pudo concluir uno de sus grandes anhelos: graduarse como profesor de educación primaria en la Escuela Normal Urbana Federalizada de Oaxaca en 1935. Su título lo recibió hasta 1946.

 

Pero el mismo año de su graduación inició sus labores docentes en la población de Yalalag,
posteriormente trabajó en una escuela de San Antonio de la Cal, ambas  en su estado natal. Su dedicación y compromiso con el magisterio hicieron posible que pronto lo nombraran director de la Escuela Normal Rural de Comitancillo, Oaxaca. Desde entonces, su prioridad fue apoyar a los jóvenes de familias de bajos recursos que quisieran formarse como maestros.
Algunos de sus ex alumnos recuerdan una anécdota que definen la personalidad del profesor Mateos: aceptaba a los muchachos como normalistas aunque no tuvieran certificados de estudios previos. Su consigna era: “a ese joven primero sírvanle un plato de frijoles, luego, denle un libro, ya después arreglaremos lo de sus papeles”.
También laboró en las normales rurales de Tekax, Yucatán; Mactumactzá, Chiapas; Xochiapulco, Puebla; Tamazulapam, Oaxaca; Aguilera, Durango y El Quinto, Sonora.
Su estancia al frente de la Escuela Normal Rural Justo Sierra Méndez de Hecelchakán, Campeche, fue de apenas tres años, pero la que marcó su carrera y su vida.
En aquellos años, el gobernador Alberto Trueba Urbina (1903-1984) pretendía cerrar el plantel, convencido de que era un “nido de comunistas”. Los alumnos se opusieron a tal iniciativa y realizaron manifestaciones en la capital campechana. En una de esas protestas, realizaron pintas en edificios públicos, lo cual ocasionó que algunos de ellos fueran arrestados
por la policía.
El director Albino, de inmediato, pagó las fianzas para que los jóvenes salieran libres, lo cual acrecentó su enemistad del gobernador, con quien ya tenía fricciones debido a que el maestro había solicitado que la normal de Hecelchakán, que hasta entonces recibía en su internado únicamente a varones, fuera mixto.
El maestro Albino argumentaba que las jóvenes de la comunidad que deseaban ser normalistas no tenían por qué irse a estudiar a otras ciudades lejos de sus familias, le parecía injusto. El gobernador Trueba en todo momento se opuso, argumentaba que no había recursos para construir en la escuela una sección para mujeres, ni siquiera para recibirlas como estudiantes
externas. No obstante, el director admitió a siete alumnas en el internado.
La evidente amistad del director Mateos con el entonces líder magisterial Carlos Sansores Pérez (1918-2005), quien acudió como padrino de generación de los normalistas graduados de Hecelchakán en esos años, acrecentó los rencores, pues Sansores Pérez después llegaría a ser gobernador de Campeche y era enemigo político de Trueba Urbina.
El gobernador continuó presionando al director Albino, hasta que logró que el maestro pidiera su cambio a otra normal. Fue enviado a Durango.
En 1962, el profesor Albino fue detenido por la policía en esa entidad norteña. Trueba lo había
acusado en Campeche de peculado y desvío de recursos. El dinero en cuestión fue el que había sido usado para pagar las fianzas de los alumnos encarcelados seis años antes.
El director Mateos fue llevado a la cárcel municipal de Campeche, donde permaneció cuatro meses.
Durante ese tiempo recibió muestras de solidaridad de sus colegas y de los alumnos agrupados en la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, a quienes dirigió una emotiva carta en la que explicó su compromiso con la Escuela Normal Rural Justo Sierra
Méndez de Hecelchakán:
 
Hice de esta escuela un centro que educaba en la dignidad y por la dignidad. Estoy procesado por no aceptar provocaciones del entonces Gobernador del Estado, que quería que los alumnos normalistas cometieran violencias que justificaran sus acusaciones y conseguir la clausura de nuestra Escuela Normal Rural; porque fui leal a los alumnos (se me pidió que los traicionara); porque en forma ilimitada ayudé a los alumnos que injusta y arbitrariamente fueron encarcelados en octubre de 1956; cualquier reunión que tenía con los alumnos era denunciada a México como preparación de un motín comunista”.
 
Gracias a la intervención de diversos dirigentes sindicales, el maestro fue absuelto de todos los cargos y volvió al magisterio, aunque con graves problemas de salud. Trabajó un par de años más.
Falleció el 18 de diciembre de 1964 en la ciudad de Oaxaca debido a una insuficiencia renal, derivada de la diabetes que se le desarrolló en sus meses de prisión.
Hace dos años, al cumplirse medio siglo de su muerte, profesores y alumnos de la Escuela Normal Rural de Hecelchakán le rindieron un homenaje, y se colocó en el plantel una placa conmemorativa para recordar su legado, sus palabras: 
 
Los maestros laboramos para el hogar, la Escuela y la Patria”.
 
Gracias, abuelo, por esa herencia, porque esta historia podría ser la de cualquiera de los maestros que hoy están en pie de lucha. Sí, abuelo, los maestros siguen luchando, los estudiantes resistiendo y el gobierno imponiendo, a punta de garrotazos, sus modernizaciones educativas. 
Pareciera que nada ha cambiado, sólo que no estás aquí para que marchemos junto a tus colegas.   

Cuento: Los naguales del desarrollo

Y cuentan los más ancianos que por aquel entonces llegaron unos naguales. Del norte vinieron. Traían unas máquinas que buscan cosas y se dieron cuenta que las gentes tienen muchas riquezas pero que no las aprovechan.

– Sonsos son, dicen.

Pero cuando ellos quisieron ocupar esas riquezas, muina se puso la gente. No lo tocas eso, dice la gente. Leer más