El presente y futuro energético en México: entre las energías “limpias” y hacia la autogestión comunitaria

Hemos llegado a un punto en donde la crisis planetaria es innegable y todavía falta mucho por hacer en la modificación de nuestro modo de vida y adaptarnos a las nuevas condiciones planetarias: temperaturas cada vez más altas, lluvias descontroladas, intensas sequías, derretimiento de los polos, elevación del nivel del mar y como consecuencia del desequilibrio ecológico: plagas, nuevas enfermedades y un lamentable y largo etc.

Es innegable ver a la vuelta de la esquina el final de la era del petróleo, el cual permitió una forma de vida y de consumo no pensado para ser sostenible a largo plazo, y todavía queda pendiente la factura por todos los daños debido a su alta contaminación, entre otros efectos no solo ambientales sino sociales.

Ante el declive del uso de energías no renovables se han desarrollado y hecho apuestas hacia las energías verdes y limpias, cuyo resultado ha variado dependiendo de cada lugar. La historia ya nos ha confirmado que todo paquete tecnológico va mas allá de la tecnología en sí, no podemos dejar a un lado que hay condiciones ambientales, políticas, sociales y económicas que deben tomarse seriamente en cuenta, de otro modo la importación de energías alternativas puede ocasionar más problemas que soluciones.

Los modelos de energía alternativa en México: el lado obscuro de las energías verdes

En el caso de México, diversos institutos y organizaciones sociales han estudiado y analizado los pros y contras de la política de la 4T en el tema energético, algunos han señalado aciertos: como dar prioridad a las empresas estatales (CFE y PEMEX), sin embargo como ya mencionamos, el petróleo es un recurso limitado, llegará un momento en que extraerlo sea más costoso y entonces dejarán de producirlo, además, dependemos ahora tanto de él que hay que aceptar que la transición debe ser paulatina.

En el caso de las llamadas energías verdes, en nuestro país hay convenios económicos firmados hace sexenios atrás que obligan a seguir dando beneficios especiales a grandes empresas privadas y extranjeras para la producción energética, lo que les otorga por ejemplo, que pueden consumir mucha energía pero hay poca distribución de la riqueza en relación a lo poco que pagan de impuestos.

Existen además otros señalamientos desfavorables de la política energética actual: proyectos que carecen de apropiadas consultas a la población o hasta despojo, falta de información clara, contratos que no favorecen a los pobladores y además la lista sigue en términos de si realmente hablamos de tecnologías limpias y verdes, pues en el caso de la energía eólica existe la presencia de contaminación acústica y el derrame de residuos tóxicos en el suelo, el agua, etc.

Pero quizá el punto más preocupante de las llamadas energías verdes y limpias, es que es una tecnología que depende de elementos como el litio, cobre, plata, barita, titanio, tierras raras, níquel, etc, los cuales se extraen de la minería, cuya actividad económica es inequitativa en términos de distribución de ganancias, extremadamente dañina para el medio ambiente y con graves efectos a la salud para la población cercana.

Entonces, vale la pena preguntarse qué camino estamos tomando en el uso de la energía. En condiciones donde hay extractivismo y corrupción, las energías verdes pasan a ser más como un tipo de “mercado verde” donde se sigue poniendo como objetivo principal el crecimiento económico, lo que da como resultado múltiples efectos negativos socioambientales como: migración, salud y conflictos sociales.

En búsqueda de la autonomía energética comunitaria

Aunque no son ampliamente conocidas, pero desde hace varios años existen experiencias de autogestión energética comunitaria en nuestro país, en donde están transitando hacia responder a las necesidades locales y tener un gran impacto en sus territorios. Algunas de estas experiencias como de la Cooperativa Tosepan Titataniske en la Sierra Nororiental de Puebla, tienen como base el ordenamiento territorial, así como la organización comunitaria y la creación de proyectos y empresas sociales como cooperativas. Es importante mencionar que esta experiencia de autogestión energética va ligada a su largo trabajo previo en la búsqueda de la autonomía en la alimentaión, salud, educación, comunicación, etc.

Vale la pena observar que la experiencia de la Tosepan tiene en común con otras el poner al centro el cuidado de la vida con el uso de tecnologías adecuadas a cada región, comunidad y cultura. El estudio y difusión de este tipo de experiencias en un tema indispensable para el presente y futuro del manejo energético en el país, el cual valdría la pena tener una posición muy bien informada, clara y propositiva sobre todo por el cercano periodo electoral que estamos entrando.

Las tareas pendientes y las acciones desde la sociedad civil

En junio del 2022 se dio un importante encuentro donde 25 organizaciones de la sociedad civil dialogaron y debatieron sobre los balances y proyecciones a 20 años del pico del petróleo en México. Como resultado de este primer evento fue la creación de una serie de acciones coordinadas en donde más organizaciones se han sumado con el objetivo de impulsar y amplificar las políticas para la eliminación planificada de los hidrocarburos de la matriz energética con miras a la construcción de salidas ante la crisis climática.

Este encuentro de esfuerzos llamado México sin Fósiles, tiene como siguiente evento una semana de incidencia entre el 22 y 25 de agosto de este año, en la cual se llevarán acabo diversas actividades principalmente en la CDMX y en algunos estados de la república, con el objetivo de seguir analizando la transición energética del país, problemáticas y planes de acción.

Nos queda estar pendientes de los avances que este tipo de inciativas han surgido en México y por su puesto seguir reflexionando de manera crítica sobre nuestros hábitos de consumo a nivel personal y colectivo. El cambio en el planeta que estamos viviendo es innegable, nos resta preguntarnos si estamos preparadas y preparados para asumir lo que va a suceder.

 

Esta actividad cuenta con el financiamiento de la AVCD y del Gobierno Vasco, además de la colaboración de KCD ONGD

Jóvenes indígenas y expresión de la diversidad sexoafectiva

Hablar de diversidad sexual en las comunidades indígenas resulta complejo, pues no existen datos oficiales que ayuden a ilustrar la diversidad existente. Si bien es cierto que cada vez hay más instituciones y organizaciones que trabajan por la defensa de los derechos de las personas LGTBIQ+, es innegable que continúa habiendo prejuicios y discriminación hacia aquellas personas con una orientación o identidad sexual diversa. «Las cosas han cambiado mucho desde hace unos años, pero sigue siendo un tema complicado, especialmente para los jóvenes», cuenta un jóven indígena. Al igual que el resto de personas que han ofrecido su testimonio para la realización de este artículo, él prefiere mantenerse en el anonimato, lo que resulta ilustrativo, ya que es un ejemplo de la incomodidad que para muchas personas indígenas supone todavía hablar abiertamente de estos temas.

«En las comunidades identificarse con un género o tener una orientación sexual diversa añade a los jóvenes una presión extra, ya que se impone el deber de seguir lo que se espera de ellos en lugar de ser fieles a ellos mismos» explica este jóven, que destaca la importancia de creear espacios seguros en los que los niños y niñas puedan expresarse y hablar con libertad. «El entorno es muy importante, los adultos tienen que aprender a escuchar y entender las diversidad, porque si no es muy complicado que los chavitos y las chavitas sientan que pueden hablar sin miedo de como se sienten».

«Yo ahora me puedo identificar como hombre gay», cuenta otro jóven que, sin embargo, dice no haber conseguido dar el paso de compartir su orientación sexual con su entorno. «Sigue siendo un tema tabú en mi vida. Todavía no doy el paso de hablarlo» explica. Compartirse abiertamente como parte del colectivo LGTBIQ+ supone en muchas comunidades convertirse en foco de atención. «La violencia no es únicamente física, también es psicológica. Hay insultos, señalamiento… Llamar la atención y sentir que la gente opina no es algo para lo que todas las personas estamos preparadas». Romper con lo que la sociedad espera de ti significa exponerse al juicio público y a posibles situaciones de violencia y discriminación, pero esto se intensifica aún más cuando hablamos de contextos menos poblados, donde todo el mundo se conoce, y en los que la tradición y la religión tienen una fuerte presencia en el ideario colectivo. «En mi casa, las enseñanzas de la iglesia han estado siempre ahí, y eso me ha afecto y me afecta. Desde niño lo que me han dichos es que si soy un hombre me deben gustar las mujeres y que lo contrario está mal», cuenta este mismo jóven que asegura que durante muchos años creció creyendo que tenía que forzarse a responder a lo que su comunidad esperaba que él fuera.

«Es un proceso muy personal y es diferente para cada caso», comenta otro joven sobre lo que comúnmente se denomina como «salir del closet». Hay quien prefiere hablarlo sólo con parte de su círculo y otras que, por el contrario, deciden compartirlo y expresarlo abiertamente con todo el mundo. «Al final es una forma de represión. Vives reprimido y ocultando siempre una parte de ti», continúa y asegura que para él lo más importante es garantizar que todas las personas crezcan y vivan sintiendo que su entorno es seguro. «Las personas adultas tienen que aprender a escuchar y entender las diversidades.»

En este sentido, muchas personas que han investigado y reflexionado sobre la situación de las personas LGTBIQ+ en las comunidades indígenas, señalan la importancia de que exista una educación para la sexualidad, un concepto que va más allá de lo que tradicionalmente se entiende como educación sexual y que persigue el empoderamiento de las personas en la expresión de su diversidad sexo-genérica y erótico-afectiva para que ellas mismas proclamen y reclamen el respeto a sus derechos. «Darles confianza para que ellos sean libres, esa es la clave».

 

Esta actividad cuenta con el financiamiento de la AVCD y del Gobierno Vasco, además de la colaboración de KCD ONGD

Aportes desde las radios comunitarias hacia la eliminación de la discriminación por la diversidad sexual

Las y los radialistas comunitarios saben que tienen en sus manos y voces, una enorme responsabilidad: dar un servicio a sus comunidades. Este cargo implica entre otras cosas, estar en constante capacitación no sólo técnica, si no también de formación la cual responda a las múltiples de necesidades que sus regiones requieren.

Es por ello que desde sus cabinas y micrófonos, las radios comunitarias tienen un papel muy importante en la construcción por un mundo sin violencia en cualquiera de sus formas: desde la defensa y el cuidado del territorio, los derechos de las niñas, niños y mujeres, y por su puesto, una mirada informada, clara y propositiva hacia la prevención y eliminación de la discriminación por la diversidad sexual.

 

La discriminación: un juego en donde todas y todos pierden

La discriminación parte de la idea de que una cosa es mejor que otra, es creer que hay personas que valen más que otras debido a su apariencia como el color del piel, si es hombre o mujer, por su edad, grado escolar, descendencia cultural, por el lugar donde nacieron, su idioma, capacidades, estado de salud, y por supuesto, por su orientación sexual, identidad de género o características sexuales diversas.

Debido a lo anterior, las personas lesbianas, gay, bisexuales, trans e intersexuales (comúnmente conocidas como comunidades LGBTI) son afectadas en diversas formas y limita su desarrollo y potencial. Esta situación suele comenzar desde su hogar, ambientes donde sufren el rechazo de sus propios familiares y por ende tienen dificultades para expresar plena y libremente su orientación o identidad sexual. Esta no aceptación ocasiona falta de confianza y distanciamiento que repercute en las personas y sus familias a lo largo de su vida.

Sin embargo las afectaciones por el rechazo e incluso burlas, amenazas y hostigamiento están presentes también en el ámbito público, esto es: en la escuela, lo que puede dar como consecuencia la deserción escolar; y en el trabajo, lo que puede ocasionar ostilidad en el ambiente laboral, disminución de su productividad, no poder desarrollar su carrera profesional y hasta la pérdida de su aunonomía económica.

En México, seis de cada diez personas LGBTI consideran que su orientación sexual ha sido un obstáculo para acceder a un empleo… El 70% de los mexicanos LGBTI que tienen un empleo perciben que no reciben el mismo trato que sus compañeros heterosexuales.

Así mismo hay discriminación en todas las demás áreas de la sociedad, incluidas la iglesia y en las instituciones, lo que les dificulta el acceso a servicios como la salud por ejemplo.

La discriminacion por lo tanto, es un daño de múltiples dimensiones en donde toda la sociedad es afectada, pues desaprovecha las capacidades y aportes de las personas, deja huellas y afectaciones importantes, tal como problemas de autoestima, desórdenes alimenticios, aislamiento, e incluso la aversión puede elevarse hasta el acoso y la muerte.

«Diversas organizaciones señalan que en los últimos cinco años se han producido unas 459 muertes violentas de personas LGBTQ+ en México. Solo en 2020, asesinaron a 79 personas, es decir, unas 6.5 por mes».

«En Oaxaca, entre el 2015 hasta abril del 2022 iniciaron 34 indagatorias por diversos actos de discriminación hacia personas de la comunidad LGBTTTIQ+, según la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca (DDHPO)»

 

Ser indígena y gay, la doble o hasta triple discriminación

Según la Encuesta Nacional de Discriminación (Enadis) y el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), Oaxaca es uno de los estados donde hay más prevalencia de discriminación por la orientación sexual, y según las autoridades, el estado tiene sólo el 42% de acepación hacia la homosexualidad.

Este alto índice hace que las personas LGBTI en nuestro estado y en especial en comunidades indígenas estén inmersas en ambientes con un alto riesgo a ser violentadas, ya que además de ser discriminadas por su descendencia cultural son marginadas por su orientación sexual. Esta doble “capa de rechazo” puede ir en aumento si por ejemplo hablamos del caso de una mujer que además es indígena, pobre y lesbiana.

La presencia de esta discriminación puede tener su origen en las propias conductas heteropatriarcales que existen dentro de las comunidades tradicionales, en las cuales los roles de cómo deben ser las mujeres y los hombres están muy definidos. Desde muy pequeñas por ejemplo, muchas niñas no tienen mayor opción que ayudar a sus madres y abuelas a permanecer en casa para cocinar, limpiar y cuidar, mientras que los niños deben seguir las expectativas de cómo deben ser los hombres: fuertes, rudos, capaces de todo sin mostrar debilidad y atados a conductas muy específicas:“Eres hombre y los machitos no lloran”. No cumplir con estos mandatos sociales suele ser muy sancionado con fuertes burlas, más aún, si una persona no se comporta “como debe ser un verdadero hombre” por ejemplo.

Las personas que no son aceptadas por su orientación sexual viven situaciones en las que no pueden vivir cómodamente, se alejan de sus círculos familiares y de amigos por miedo al rechazo, castigo o burla, por lo que son a menudo obligados a casarse o bien hasta de huir de sus comunidades.

 

El papel de las radios comunitarias ante la discriminación

Los medios de comunicación comunitaria pueden contribuir en la prevención de los diversos tipos de discriminación que existen en sus comunidades, y uno de los primeros pasos sería visibilizar la existencia de estas situaciones y hablar de ellas de la manera más abierta e informada posible. Es importante por ello partir desde la reflexión y análisis de cómo es su comunidad, los tipos de violencia y discriminación que existen, qué tan arraigadas son las costumbres y tradiciones sobre los roles de género, quienes son las y los directamente afectados y cómo existen también afectaciones hacia todo el resto de la comunidad.

Las radios comunitarias pueden aportar en la visibilización del problema como en la elaboración y difusión de programas que incluyan temas sobre educación sexual y los contextos legislativos, así como poner atención en el contenido de la música, conscientes que dentro de ella se pueden difundir mensajes que promueven y refuercen la violencia y la homofobia.

Y quizá un paso previo muy importante, el reconocer dentro del propio equipo de la radio qué tan dificil es hablar sobre estos temas, cuáles son sus obstáculos personales, qué ideas se tienen en conjunto, y la creación de protocolos internos que ayuden a visibilizar conductas discriminatorias en cualquiera de sus formas y evitar que esté presente entre sus propias compañeras y compañeros.

Aunque no es un camino fácil debido a los fuertes arraigos sociales y culturales que existen, es impresindible ir trazando una ruta clara y de acción concreta dentro de las radios comunitarias para ir construyendo otras formas de convivencia libres de violencia y de discriminación.

 

Entendemos como diversidad sexual a las di­versas formas de expresar la afectividad, el erotismo, el deseo y las prácticas amorosas, así como de asumir identidades y preferen­cias que no se limitan a lo que conocemos como heterosexualidad o a las relaciones de pareja entre hombres y mujeres, es decir, se refiere al universo de posibilidades de asumir y vivir la sexualidad.

 

 

Esta actividad cuenta con el financiamiento de la AVCD y del Gobierno Vasco, además de la colaboración de KCD ONGD

Mujeres indígenas y feminismo comunitario

No existe una única forma de lucha antipatriarcal y es dentro del reconocimiento de esa pluralidad de feminismos, ligados a la diversidad de contextos, situaciones y violencias que sufren las mujeres, desde donde ellas mismas, hablan del feminismo comunitario. Una propuesta surgida desde las propias comunidades originarias y que entiende que, en las mujeres indígenas reside el valor y la valentía de sus ancestras, de las cuales se sirven para hacer frente a las múltiples opresiones que condicionan sus vidas. «Nosotras pensamos que nuestras abuelas fueron feministas porque hicieron un cambio en nuestra comunidad para lograr que hoy las mujeres tengan una participación política como nosotras», explica Silvia Gabriela Hernández, sanadora tradicional originaria de la comunidad de Bajos de Coyula en Huatulco.

Maricela Zurita, educadora y comunicadora comunitaria chatina originaria de San Juan Quiahije, define el feminismo comunitario como una corriente que «parte del reconocimiento como mujeres de nuestros cuerpos como el primer territorio que habitamos y de la dignidad de todos los cuerpos presentes». Hace referencia con esto a otro de los ejes centrales de esta propuesta, el concepto cuerpo-tierra, pues entiende que las mismas opresiones que el capitalismo y el patriarcado ejercen sobre los cuerpos de las mujeres, las ejercen sobre el territorio que ocupan. «Hablamos de contribuir a la mejora de nuestro contexto y entorno sin que eso implique la explotación de nadie, pero ese nadie incluye a nuestras compañeras, a nuestras infancias, a las plantas, a los animales…», cuenta Maricela.

Maricela, durante mucho tiempo, pensó que necesitaba salir de su comunidad para alejarse de todas las violencias machistas que veía en su entorno y cuenta que fue cuando lo hizo cuando se dio cuenta «no solo que fuera de la comunidad también se vivían violencias, sino que además ser chatina nos sumaba violencias». Cuenta que fue al llegar a Oaxaca para una formación y encontrarse con otras mujeres indígenas cuando dio el paso de reconocerse dentro del feminismo y de entender que el contexto comunitario tiene su propias particularidades. «Me sorprendió que todas éramos de diferentes pueblos indígenas, pero todas estábamos en situaciones muy similares», y explica que a partir de ahí tanto ella como sus compañeras empezaron a darse cuenta de como esas particularidades necesariamente iban a reflejarse en sus discursos. «Nos dábamos cuenta de que quienes nos daban esa formación en género, al no ser de comunidades indígenas, no tenían consciencia de nuestras realidades comunitarias y a partir de ahí tuvimos que entender que cosas aplicaba y cuales no a nuestros contextos para poder armar nuestra propia reflexión»

El contexto y la articulación de las luchas atendiendo a las realidades propias es clave para entender el feminismo comunitario. «El contexto importa y nuestro contexto es el contexto indígena», asegura Priscila Mendoza Cruz, una joven chatina que hace apenas un año se movió desde su comunidad, San Juan Quiahije, a la ciudad de Oaxaca para estudiar Derecho y cuenta que es precisamente el haber crecido en el contexto comunitario lo que la ha llevado a interesarse por la divulgación y defensa de los derechos de las mujeres y de las niñas. «Yo me encuentro en una situación de violencia intrafamiliar en la que veo denigrados mis derechos y lo que siento es que es injusto y que esto me pasa a mi por el hecho de ser mujer y que igual que a mí, le pasa a muchas otras», relata Priscila sobre su infancia. «Hay muchas mujeres que viven las violencias, pero no lo dicen y tampoco saben a quien acudir» cuenta Priscila, pero para muchas otras, es precisamente el haber atravesado situaciones de violencia o haberlas visto en su entorno lo que, como a ella, las ha llevado a la lucha antipatriarcal.

Evitelia Pacheco Ramirez, es una mujer Mixe originaria de la comunidad Emiliano Zapata en San Juan Cotzocon. Actualmente se dedica, a través de la Red de Mariposa de Mujeres Mixes a ayudar a otras mujeres que, como ella, han sufrido algún tipo de violencia o han visto de alguna forma vulnerados sus derechos y se reconoce dentro del feminismo comunitario porque cree que «el tipo de violencia que se vive en las comunidades y las realidades a las que nos enfrentamos las mujeres indígenas son diferentes a las que se viven en la ciudad». «Las propias mujeres en las comunidades somos las que normalizamos las violencias y no decimos nada cuando algo pasa porque se nos ha dicho siempre que las cosas son así, que es lo que nos toca, pero no lo es», reivindica Evitelia y que no tiene dudas de que si la vida de las mujeres en comunidad es diferente a muchos niveles, su forma de enfrentar las violencias que sufren también debe serlo.

¿Por qué es importante nombrarse feminista?

«Muchas veces las mujeres en comunidad no se nombran feministas», señala Silvia Gabriela Hernández. Este es el caso de Priscila Mendoza quien afirma no sentirse, al menos de momento, «completamente cómoda con término» y prefiere definirse simplemente como «una mujer chatina que está aprendiendo e indagando y que desea e intenta trabajar y contribuir para que todas las mujeres conozcan sus derechos y puedan tener una vida libre de violencias».

El autorreconocimiento o no como feminista o como feminista comunitaria es, de acuerdo con Maricela, resultado de un proceso que cada una vive a su manera. «En mi caso, supe reconocerme y darme nombre cuando llegué a Oaxaca a una formación en la que me junté con otras compañeras que venían de otros pueblos indígenas y me di cuenta de que todas habían vivido situaciones similares a de la que yo venía huyendo», cuenta Maricela.

Pese a entender que «la palabra feminismo es una forma de lucha en sí misma», Silvia Gabriela Hernández, reconoce que lo verdaderamente importante son las acciones y las luchas. «Toda mujer que lucha, que construye, que piensa en un cambio positivo para la sociedad, para mí es considerada feminista y no importa que se reconozca o no bajo esa etiqueta». En esta línea, Silvia recuerda que el feminismo comunitario reivindica, reconoce y persigue la continuidad de lucha de las ancestras. «Nuestras abuelas, sin saberse feministas, lucharon contra el patriarcado y lograron cambios en nuestras comunidades y, al final, hablar del feminismo en comunidad significa retomar nuestras raíces y reivindicar desde ahí lo que las mujeres indígenas somos».

Esta actividad cuenta con el financiamiento de la AVCD y del Gobierno Vasco, además de la colaboración de KCD ONGD

El Agua: desafío global, acciones locales desde el Istmo

Aunque no lo tengamos presente todo el tiempo, sabemos que el agua es un elemento indispensable para la vida, diariamente necesitamos de su consumo para nuestra propia sobrevivencia y de la diversidad biológica. Lo que quizá no sepamos con claridad -y por ende no actuemos conforme a ello-, es que además de nuestras necesidades de consumo e higiene, toda la industria y modelo económico también dependen del agua, de hecho, de grandes y agigantadas cantidades diarias del vital líquido.

Por ser un elemento indispensable para la vida, el agua es un derecho de todas y todos, sin embargo, ésta no está disponible de igual forma; es decir, la distribución del agua es discriminatoria: la ausencia de infraestructura hace que de los 8 mil millones de personas que somos actualmente en el mundo, 2,200 millones no cuenten con servicios de agua potable de forma segura*.

Aunque el escenario a nivel mundial es abrumador, no habrá manera de enfrentar el problema sino tenemos como punto de partida la situación concreta de cada país y cada región. Su análisis y acciones de acuerdo a las propias condiciones de cada territorio es una tarea que nos corresponde a todas y todos.

En este espacio compartimos la experiencia de una iniciativa por parte de jóvenes, organizaciones civiles, estudiantes, académicos y diversas personas de distintas comunidades desde el Istmo de Tehuantepec, Oaxaca, que se han unido en la Gira: “Con los pies en el agua”, la cual ha comenzado desde una exploración de la situación del agua en la zona, para continuar difundiendo sobre su problemática y alternativas que ayuden a frenar el problema a nivel regional.

 

Frente a una crisis apremiante y a nivel mundial

Para darnos una idea del porqué abordar el tema del agua y la transcendencia de los proyectos locales entorno a ella, tenemos que comenzar por repasar un poco sobre la disponibilidad que tenemos y el uso que le damos al agua a nivel mundial.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una persona requiere 100 litros de agua al día, detrás de cada aparato, actividad o incluso cada alimento, hay una gran cantidad de agua que se necesitan para su producción. Por ejemplo: una hamburguesa requiere: 2,400 litros de agua, una computadora: 37,800 litros, confeccionar unos pantalones de mezclilla: 7,500 litros del vital líquido -lo equivalente a lo que bebe una persona promedio en 7 años-. Imaginemos entonces la cantidad que necesita toda la industria, la minería, las grandes presas hidrológicas, los riegos para los alimentos, etc. Recordemos que aunque el 70% del planeta es agua, sólo el 0,025% es potable.

Sumado a la escacés por su gran demanda, debemos sumar los fenómenos como la deforestación y la contaminación por la industria, lo cual hace que 9 de cada 10 desastres naturales se relacionen con el agua. En este escenario, las regiones más pobres son las más vulnerables.

La Gira: Con los Pies en el agua: conociendo el problema, construyendo soluciones

A pesar de la alta riqueza biológica que hay en Oaxaca -debido en parte a su propia diversidad cultural de los pueblos indígenas que ahí habitan- es innegable cómo el problema del agua ha ido en aumento en las distintas regiones del estado, tanto de escasez y de contaminación.

En concreto en el Istmo de Tehuantepec, el agua que diariamente consumen sus habitantes se origina en la Sierra Madre del Sur y en la Sierra Juárez, y alimenta la presa Benito Juárez, da servicio a la refinería de Salina Cruz y llega también a las lagunas de Juchitán. Lamentablemente, los ríos de esta zona se han utilizado como drenajes, además, la presencia en aumento del comercio y empresas como los parques eólicos, refinería, hoteles y los desechos químicos de los hospitales, han hecho del agua un importante foco de contaminación.

En respuesta a esta situación, a finales del 2022 se formó un equipo de diversas organizaciones sociales como Ojo de Agua Comunicación y el Centro de Derechos Humanos Tepeyac, las radios comunitarias Radio Guluchi de Zanatepec y Radio Jowa de San Mateo del Mar, así como estudiantes de las Universidad Autónoma Comunal de Oaxaca (UACO), catedráticos, docentes, autoridades y diversas personas interesadas en este tema, quienes han comenzado por la realización de un diagnóstico que permita conocer y difundir la situación del agua en la región.

En este primera etapa se realizó una gira llamada “Con los pies en el agua”, cuyo propósito fue visitar y documentar la situación del agua en 3 zonas culturalmente muy importantes: los chimalapas, los zapotecas y los Ikoots. Por su estratégica ubicación se comenzó el diagnóstico en 5 comunidades de la región: San Mateo del Mar, San Miguel Chimalapas, San Francisco del Mar Pueblo Viejo, Santo Domingo Zanacatepec y San Pedro Tapanapetec. Durante varios meses habitantes de distintas edades y ocupaciones compartieron diversos materiales a través de textos, audios, videos y fotografías, manifestando la importancia que tiene el agua para sus habitantes, como viven la situación del agua, cómo la usan, las causas y consecuencias de su problemática.

Con todos estos materiales, el equipo ha logrado recopilar y difundir las preocupaciones sobre este tema, el cual se ha encontrado mucho más alarmante de lo que se imaginaba: En muchas comunidades sólo tienen acceso al agua por sólo una hora a la semana o cada tres días, en otras no la tienen. Se manifestó también que los rios están cada vez más secos y que existe un mal manejo de la basura que ocasiona contaminación tanto del suelo como al agua. Pescadores han denunciado que ya no pueden realizar sus actividades como antes, pues los peces mueren o se alejan mucho.

Como siguiente etapa de esta campaña, se seguirá convocando a más centros educativos, agentes municipales y a todas las personas interesadas en este tema, para que en los siguientes meses se continúe difundiendo información a través de más encuentros, talleres, pláticas, etc. y se espera que para el mes de octubre se realice una feria de alternativas para la vida y  cuidados del agua para dar a conocer otras formas de su cuidado tales como la captación de agua de lluvia y otras ecotecnologías que sean viables y apropiadas a la región y a cada comunidad.

Aunque los esfuerzos del cuidado del agua deben ser atendidos como prioridad desde nuestro consumo diario y a nivel personal, es indispensable seguir alertas ante las políticas públicas que impactan en las localidades y que facilitan la instalación y crecimiento de industrias y empresas, quienes mayormente afectan en las regiones con mayor vulnerabilidad y recursos naturales, tales como el Istmo de Tehuantepec.

Seguiremos atentas y atentos a las demás actividades que continuarán en esta gira durante los siguientes meses, con la idea de hacer visible la situación del agua y sus cuidados, desde nuestras actividades diarias y en respuesta a la crisis que se avecina a nivel mundial.

* (OMS/UNICEF 2019).

 

Esta actividad cuenta con el financiamiento de la AVCD y del Gobierno Vasco, además de la colaboración de KCD ONGD

Protegido: Madre Agua T2-proyecto

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