El presente y futuro energético en México: entre las energías “limpias” y hacia la autogestión comunitaria
Hemos llegado a un punto en donde la crisis planetaria es innegable y todavía falta mucho por hacer en la modificación de nuestro modo de vida y adaptarnos a las nuevas condiciones planetarias: temperaturas cada vez más altas, lluvias descontroladas, intensas sequías, derretimiento de los polos, elevación del nivel del mar y como consecuencia del desequilibrio ecológico: plagas, nuevas enfermedades y un lamentable y largo etc.
Es innegable ver a la vuelta de la esquina el final de la era del petróleo, el cual permitió una forma de vida y de consumo no pensado para ser sostenible a largo plazo, y todavía queda pendiente la factura por todos los daños debido a su alta contaminación, entre otros efectos no solo ambientales sino sociales.
Ante el declive del uso de energías no renovables se han desarrollado y hecho apuestas hacia las energías verdes y limpias, cuyo resultado ha variado dependiendo de cada lugar. La historia ya nos ha confirmado que todo paquete tecnológico va mas allá de la tecnología en sí, no podemos dejar a un lado que hay condiciones ambientales, políticas, sociales y económicas que deben tomarse seriamente en cuenta, de otro modo la importación de energías alternativas puede ocasionar más problemas que soluciones.
Los modelos de energía alternativa en México: el lado obscuro de las energías verdes
En el caso de México, diversos institutos y organizaciones sociales han estudiado y analizado los pros y contras de la política de la 4T en el tema energético, algunos han señalado aciertos: como dar prioridad a las empresas estatales (CFE y PEMEX), sin embargo como ya mencionamos, el petróleo es un recurso limitado, llegará un momento en que extraerlo sea más costoso y entonces dejarán de producirlo, además, dependemos ahora tanto de él que hay que aceptar que la transición debe ser paulatina.
En el caso de las llamadas energías verdes, en nuestro país hay convenios económicos firmados hace sexenios atrás que obligan a seguir dando beneficios especiales a grandes empresas privadas y extranjeras para la producción energética, lo que les otorga por ejemplo, que pueden consumir mucha energía pero hay poca distribución de la riqueza en relación a lo poco que pagan de impuestos.
Existen además otros señalamientos desfavorables de la política energética actual: proyectos que carecen de apropiadas consultas a la población o hasta despojo, falta de información clara, contratos que no favorecen a los pobladores y además la lista sigue en términos de si realmente hablamos de tecnologías limpias y verdes, pues en el caso de la energía eólica existe la presencia de contaminación acústica y el derrame de residuos tóxicos en el suelo, el agua, etc.
Pero quizá el punto más preocupante de las llamadas energías verdes y limpias, es que es una tecnología que depende de elementos como el litio, cobre, plata, barita, titanio, tierras raras, níquel, etc, los cuales se extraen de la minería, cuya actividad económica es inequitativa en términos de distribución de ganancias, extremadamente dañina para el medio ambiente y con graves efectos a la salud para la población cercana.
Entonces, vale la pena preguntarse qué camino estamos tomando en el uso de la energía. En condiciones donde hay extractivismo y corrupción, las energías verdes pasan a ser más como un tipo de “mercado verde” donde se sigue poniendo como objetivo principal el crecimiento económico, lo que da como resultado múltiples efectos negativos socioambientales como: migración, salud y conflictos sociales.
En búsqueda de la autonomía energética comunitaria
Aunque no son ampliamente conocidas, pero desde hace varios años existen experiencias de autogestión energética comunitaria en nuestro país, en donde están transitando hacia responder a las necesidades locales y tener un gran impacto en sus territorios. Algunas de estas experiencias como de la Cooperativa Tosepan Titataniske en la Sierra Nororiental de Puebla, tienen como base el ordenamiento territorial, así como la organización comunitaria y la creación de proyectos y empresas sociales como cooperativas. Es importante mencionar que esta experiencia de autogestión energética va ligada a su largo trabajo previo en la búsqueda de la autonomía en la alimentaión, salud, educación, comunicación, etc.
Vale la pena observar que la experiencia de la Tosepan tiene en común con otras el poner al centro el cuidado de la vida con el uso de tecnologías adecuadas a cada región, comunidad y cultura. El estudio y difusión de este tipo de experiencias en un tema indispensable para el presente y futuro del manejo energético en el país, el cual valdría la pena tener una posición muy bien informada, clara y propositiva sobre todo por el cercano periodo electoral que estamos entrando.
Las tareas pendientes y las acciones desde la sociedad civil
En junio del 2022 se dio un importante encuentro donde 25 organizaciones de la sociedad civil dialogaron y debatieron sobre los balances y proyecciones a 20 años del pico del petróleo en México. Como resultado de este primer evento fue la creación de una serie de acciones coordinadas en donde más organizaciones se han sumado con el objetivo de impulsar y amplificar las políticas para la eliminación planificada de los hidrocarburos de la matriz energética con miras a la construcción de salidas ante la crisis climática.
Este encuentro de esfuerzos llamado México sin Fósiles, tiene como siguiente evento una semana de incidencia entre el 22 y 25 de agosto de este año, en la cual se llevarán acabo diversas actividades principalmente en la CDMX y en algunos estados de la república, con el objetivo de seguir analizando la transición energética del país, problemáticas y planes de acción.
Nos queda estar pendientes de los avances que este tipo de inciativas han surgido en México y por su puesto seguir reflexionando de manera crítica sobre nuestros hábitos de consumo a nivel personal y colectivo. El cambio en el planeta que estamos viviendo es innegable, nos resta preguntarnos si estamos preparadas y preparados para asumir lo que va a suceder.
Esta actividad cuenta con el financiamiento de la AVCD y del Gobierno Vasco, además de la colaboración de KCD ONGD