SESIÓN 2
Tiempo de rebelión: Luchas feministas renovadas en América Latina
María Noel Sosa
Docente en la Univ. de la República (Uruguay). Dra. en Sociologia. Magister en Psicología Social. Integrante del colectivo feminista Minervas y de Zur. Pueblo de voces
Sesión en vivo
Acercamiento a las luchas feministas actuales en América Latina desde una perspectiva anticolonial. Revisitaremos la dimensión histórica de la amalgama capitalismo, patriarcado y colonialidad.
Exposición sobre las luchas contra las violencias a la reproducción de la vida en el centro. Feminismos desde Ciudad Juárez al Río de la Plata.
Lectura: #Nosotrasparamos: notas hacia una teoría política de la huelga feminista, en Gago, Verónica (2019) La potencia feminista o el deseo de cambiarlo todo, pp 17 – 60. Buenos Aires. TintaLimón. (En pestaña MATERIALES)
¿Cuál es tu lucha ¿Cuál es tu huelga
Actividad 1: ¿A qué nos referimos con la idea de reproducción de la vida en el centro?.
Se usará como disparador material audiovisual.
Vídeo a utilizar: Silvia Federici y la reproducción de la vida. (Pestaña MATERIALES)
Actividad 2: Trabajo en subgrupos a partir de la lectura de fragmentos de “El Calibán y la bruja” de Silvia Federici (1:30)
Leer y discutir en grupo un fragmento seleccionado por las docentes para abordar la dimensión histórica de la dominación capitalista, colonial y patriarcal.
Lectura: Colonización y cristianización. Calibán y las Brujas en el Nuevo Mundo. pp. 287 – 318, en Federici, Silvia (2010), Calibán y La Bruja. Mujeres, Cuerpo y Acumulación originaria. Madrid. Traficantes de Sueños. (En pestaña MATERIALES)
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Sesión 2: Tiempo de rebelión, luchas feministas renovadas en América Latina
María Noel Sosa González – Universidad de la República
Objetivos: Compartir lo que desde el sur nosotras llamamos Tiempo de Rebelión, así como algunas claves de las luchas feministas renovadas en América Latina.
Voy hacer algunas conexiones como en una especie de diálogo entre México y Uruguay, lo que he establecido con las compañeras feministas de los distintos entramados populares, por ejemplo los trabajos de Raquel Guiérrez y Christina Vega. Intentaremos transmitirles lo que nosotras estamos haciendo en el sur y en estos últimos años y así como algunas claves teóricas. Por ejemplo, nos hemos prestado palabras, como está idea de “nos sembraron miedo nos crecieron alas” que viene de “la canción sin miedo”, de esa fuerza que nos llegó desde México y que tienen en Montevideo en los últimos tiempos muchas expresiones. Lo que quiero es mostrar un recorrido que nosotras hemos hecho desde pensar la lucha contra las violencias, a la lucha por la reproducción de la vida, o de manera más cercana, poner la vida en el centro.
Una primera clave es conocer nuestro cuerpo, desde los afectos, ser cuerpo y palabra siempre juntos. Es una de las heridas coloniales que tenemos muy fuertes, que es el separar nuestro cuerpo y nuestras emociones de nuestra capacidad de pensar y producir teoría. Para nosotras un gesto descolonizador y despatriarcalizador, anticapitalista, tiene que ver con recuperar los saberes del cuerpo y recuperar los afectos cómo forma de aprender, de conocer y saber que la experiencia que tenemos es válida y que desde ahí surge el conocimiento y que la teoría se producen en relación a esos afectos que se mueven.
La huelga feminista que tuvo como consigna “Trama y rebelión feminista contra la precarización y el control de la vida” tuvo la idea de poner por delante la trama y la rebelión feminista en el centro; lo que se está estruturando, lo que estamos queriendo decirnos con fuerza, para explicitar a partir de ese lugar de apoyo y de fuente de fuerza que estamos en un antagonismo antipatriarcal contra todo lo que controla nuestas vidas y la vida en general, contra la precarización que se ha profundizado enormemente en el último tiempo para todas nosotras como una de las variantes del ajuste neoliberal que estamos viviendo.
La violencia contra las mujeres y la acumulación originaria
La lucha feminista ha permitido entender una vez más que en realidad la violencia que sufrimos las mujeres tiene que ver con la acumulación originaria, algo que al principio no parecía tan claro porque estábamos manifestándonos contra el asesinato de la vecina de mi barrio o de la compañera de mí escuela, parecía como una cosa mucho más particular y desconectada. Pero conversar entre nosotras y seguir los hilos de por qué hay tal nivel de aumento y crudeza de violencia contra las mujeres, nos ha permitido entender de vuelta que: el capitalismo y el patriarcado colonial que ahora vivimos se estructura en la violencia contra las mujeres y que no hay posibilidad de acumulación originaria sin esta violencia, contra los cuerpos feminizados, contra los cuerpos disidentes y contra los cuerpos territorios.
Pensar en el vínculo de violencia contra las mujeres con acumulación originaria ha ido cobrando fuerza a partir del año 2017. Para nosotras la huelga feminista nos ubica del lugar de víctimas a devolvernos mucho más en lugar de potencia; el decir “basta porque nos están matando” a “si paramos nosotras, se para el mundo”. Fíjense qué gran desplazamiento hay en relación a eso, no quiere decir que la violencia necesariamente haya disminuido, seguimos estando en una situación bien complicada, pero desde ese lugar de impotencia y al que logramos anteponernos diciendo “basta”, hay todo un recorrido de palabra y lucha feminista con la idea de que nosotras sostenemos la vida, la cuidamos.
La potencia de mirar las luchas en clave reproductiva nos ubica en un lugar de que el mundo se mueve por nosotras, y por tanto somos nosotras las que tenemos esa capacidad de cambiarlo y hacerlo funcionar de otro modo. La huelga que se gesta en Buenos Aires y en muchos lugares del mundo en realidad empezó en Ciudad Juárez, resonamos en el dolor de las muertes de las compañeras y las asesinadas en las maquilas. Todo aquello que se fue anunciando desde México en el “vivas nos queremos” y en el “basta”, nos fue resonando a todas las demás muertes y violencias que suceden en otros territorios.
Lex– Yo trabajo con trauma psicosocial en familiares de personas desaparecidas y creo que sí, sí trastoca mucho este tema, en mi caso particular como psicóloga social es muy difícil a veces dar esta contención a las mamás, a las hermanas, a las abuelitas, de chavas que primero están como desaparecidas y posteriormente ya encuentran sus restos. Muchas madres, esposas, esposos no pueden o no tienen ingreso económico como para seguir la búsqueda. La parte política donde las instancias, las instituciones encargadas de brindarnos esa seguridad, esa reparación del daño no la hay, entonces es otro tipo de violencia.
Noe – El salir a la calle con las alertas feministas permitía dos cosas: la primera, decir: asesinaron a una mujer una vez más, es como atentar contra esa impunidad, acompañar a las familias. Segundo, volver a insistir que hay un problema social muy profundo y que no es un caso aislado, que no es un crimen pasional, que no es un psicópata suelto. La violencia contra las mujeres es un problema estructural. Al mismo tiempo mostrar en la calle que aunque intenten separarnos una y otra vez entre mujeres, nosotras estamos juntas y aunque parezca hasta un poco loco en algún punto hay un doble movimiento de hacer un duelo y celebrar que estamos vivas y que estamos luchando juntos.
La consigna es que antes de las 48 hrs de enterarnos de un feminicidio se salga a la calle, hacer un afiche, una proclama. Nos convocamos a salir al centro de la ciudad y se lee el acumulado de nombres de las muertes que van hasta ese año. Es un intento de romper la impunidad de manera muy fuerte, en el centro de una ciudad como Montevideo con un millón de habitantes. Queremos que nos escuchen todas esas personas, pero también queremos escucharnos a nosotras, establecer un diálogo y desandar esa separación insistente que siempre se pone entre las mujeres. El feminicidio es una categoría política, necesitamos transformar la rabia en lucha y resonar desde los cuerpos que vibran, porque sino no hay fuerza que aguante para dar todas las luchas que hay todos los días.
Ligar la violencia contra las mujeres con acumulación originaria tiene que ver con pensar que siempre se ha usado la violencia contra las mujeres para desarmar comunidades, atacar a las mujeres es atacar a las comunidades, y destejer capacidad política. Eso es lo que hace posible el proyecto extractivo colonial patriarcal, entender que la violencia contra las mujeres es como base estructurante de esa amalgama de dominación del capitalismo, patriarcado, y colonialidad. Es lo que para nosotras se fue haciendo cada vez más claro entre la primera alerta feminista y el enlace con la huelga.
Es cierto que también hay un aumento en la violencia, en la intensidad, y en la crudeza de la violencia contra las mujeres en los últimos años, y no es desconectado que haya sido en donde la avanzada extractiva y colonialista haya avanzado en todo nuestro territorio latinoamericano, o sea, no están desconectados, sino todo lo contrario. La lucha contra las violencias que las mujeres hacemos es una lucha anticolonial si la pensamos en ese sentido, porque es una lucha por defender nuestros cuerpos, nuestras vidas y nuestros cuerpos – territorios. En algún momento esas luchas aparecen como dos torrentes distintos: las mujeres urbanas están luchando contra la violencia feminicida y las mujeres en los territorios campesinos indígenas en la cuestión más comunitaria están defendiendo la tierra y los territorios. En algún punto sí son lugares y situaciones distintas, pero son parte de una misma lucha, si la miramos en esta clave como anticolonial, podemos entender esas luchas como parte de una.
Otra parte importante a enlazar es entender cómo la cuestión de la colonización tiene que ver con la conquista, con la ocupación territorial, tiene que ver con la instalación de las razas, y con todo lo que significa jerarquizar diferencias para establecer desigualdades y distintos niveles y formas de explotación, de apropiación del trabajo de otros. Algo nuevo que estamos diciendo es que patriarcado, capitalismo y colonialidad están interrelacionados y amalgamados. Hay que entender que se trata de un proceso histórico, y esa idea de amalgamiento nos permite ver que están como fundidas en un proceso histórico largo.
Lo que operan son distintas separaciones y mediaciones, la que más conocemos es cuando se piensa la separación de los trabajadores de sus medios de existencia, no estoy diciendo separar a los trabajadores de sus medios de producción, sino a las personas de sus medios de existencia. Porque estamos pensando en la clave de la reproducción de la vida y lo que se necesita para vivir, incluso quitándonos esas palabras capitalistas de pensarlo todo en la clave productiva, esa es una de las separaciones entre trabajadores y medios de existencia y con una mediación que es la mediación dineral.
Otra es el separar a las mujeres entre sí y de sus creaciones, y establecer allí una mediación patriarcal. Cada una en una casa encerrada con un marido, cada una enemistada con sus vecinas, cada una sin poder hablar de lo que le pasa con otras, sin decir las violencias que recibe, sin contar con la fuerza de sus ancestros. No hay vida posible sin el soporte que nos hacen otras mujeres, la que cuida a nuestros hijos, la que nos acompaña a estudiar, la que nos prestó dinero, la que nos acompañó a buscar a nuestra hija desaparecida, la que lloró con nosotras. Valorar las relaciones entre mujeres es una de las cosas que el feminismo renovado está poniendo de manera muy fuerte. Por eso es tan importante cuando leemos la proclama juntas y cuando terminamos una movilización diciendo estamos vivas, estamos todas juntas.
Cada vez que las mujeres intentamos darnos una forma política propia que tenga la vida en el centro, estamos recuperando la capacidad de darnos formas entre nosotras y con otros también, es una lucha anticolonial. Ir partiendo de las violencias nos permite ir llegando a la idea de trama y rebelión feminista, como parte de desandar esa amalgama de dominación.
Reconocemos además, que nuestra mirada era productivista a la forma de entender las luchas sociales. Estábamos en pensar solamente en una lógica antagónica del capital, en una clave como de lo productivo jerarquizado. Estábamos nosotras mismas invisibilizando el trabajo reproductivo. Pero de una huelga de cuidados y de consumo, a una huelga del trabajo reproductivo da un giro increíble, pues parece que la única huelga que existe es la que se da en un trabajo asalariado de varones fabriles, y se está desconociendo toda una parte del mundo y deja por fuera la mitad, las mujeres. Se desconoce que el trabajo reproductivo es el que de verdad sostiene la vida, reproduce la fuerza de trabajo. ¿Qué significa que las mujeres digan que van a parar en el trabajo productivo y reproductivo?, ¿Qué significa que las mujeres digan si nosotras paramos se para el mundo?
Susana Draper y otras compañeras han trabajado la idea del paro como proceso, como paradoja y como pregunta. Abrir una paradoja es: quiero parar y no puedo porque un bebé no se puede dejar solo, porque si hay una persona enferma no se puede dejar sola. Entonces, ¿Qué es parar para nosotras?, ¿podemos parar?, ¿qué pasa si de verdad paramos? ¿quién puede parar? ¿cómo puede parar? Esa idea del paro como pregunta y como paradoja es la que está abierta desde el 2017 hasta ahora.
Las mujeres cuando decimos “si paramos nosotras paramos el mundo”, es volver a decir que el mundo no se mueve por la producción de mercancías, el mundo se mueve porque las mujeres sostenemos y cuidamos que se reproduzca esa fuerza de trabajo y sostenemos la vida. Esta cuestión de poner la reproducción en el centro lo que ha hecho es salir de una políticidad restringida a lo asalariado y a lo productivo. Porque en realidad si pensamos en la clave de la vida en el centro, todo está ahí, están las violencias en el trabajo, está la precarización, está el problema de salud mental de una compañera, está la violencia de su marido, está la preocupación por cómo maternar de manera distinta, todo entra ahí. Es una política que abarca la vida toda y que estalla al público y privado, estalla un montón de categorías que están ahí en las formas habituales que tenemos para entender lo político, lo que hace es desestabilizar que lo productivo es lo que está por encima, y lo reproductivo está desvalorizado, invisibilizado.
Esa revalorización del trabajo reproductivo va conectada con la revalorización de las relaciones entre mujeres. La pregunta que nos abre en el fondo es ¿Cómo queremos vivir? ¿En qué se va a destinar nuestro tiempo y nuestra energía sino destinamos todo el tiempo y la energía para los proyectos y los deseos de otros?, ¿cuánto de ese trabajo que nosotras hacemos le damos nosotras mismas valor y lo re significamos y por tanto lo defendemos?
Si miramos con atención, mucho del trabajo reproductivo que se hacen en las distintas comunidades no es un trabajo que reproduce el capital y que necesariamente queda ensamblado a la producción de valor, es un trabajo que reproduce la vida. Y nos abre a la pregunta ¿qué otras formas hay de reorganizar el trabajo reproductivo? porque la que conocemos en general está ligada a la institución del matrimonio, al heteropatriarcado, el cual se supone que es la única forma de organizar el trabajo reproductivo: una familia, una casa, una madre, unos hijos. ¿Qué pasa si nos seguimos haciendo esas preguntas? de cómo pensamos desde las claves feministas, cómo reorganizar el trabajo reproductivo desde otro modo. Es un debate muy importante.
Si no nos cuestionamos, pareciera que lo único que tenemos que aspirar como mujeres es a tener un trabajo asalariado, eventualmente sindicalizarnos y que ésta va a ser la vía de nuestra emancipación. No estamos contraponiendo lo que ha significado para nosotras tener un salario, tener autonomía en relación a los varones, tener dinero propio para resolver, pero pensemos si la única forma de la emancipación tiene que ver con el mundo asalariado y el dinero. Entonces, vuelve a ponernos en una lógica de invisibilizar las tramas de interdependencia y la forma en que la vida se reproduce. Creo que una de las peleas a veces es con esa lógica feminista que parece que las mujeres cuánto menos trabajo de cuidado hagamos más emancipadas estamos.
Habría que seguir analizando ¿Cuánto de la lógica feminista puede caer en la misma trampa de la desvalorización y la invisibilización del trabajo reproductivo? y como de verdad necesitamos poner eso en el centro, porque cuidar, nunca dejamos de cuidar. Si de verdad nos tomamos en serio que somos una trama de interdependencia de humanos y no humanos, que somos seres en naturaleza, que somos personas que vivimos en relación, que nadie vive solo, y nadie se entierra solo, no podemos deslindarnos del trabajo reproductivo, porque nadie vive sin comer, nadie vive sin descansar, nadie vive sin abrigo, nadie vive sin fiesta, nadie vive sin afectos.
Tenemos que Insistir en que es una pregunta que tenemos abierta, porque evidentemente hay algo de cómo está organizado el trabajo reproductivo que está ensamblado al capital, que tiene una lógica muy desigual del reparto de tareas, es una cosa muy reaccionaria para las mujeres que se supone que sólo tenemos que ser para otras, hacer todo este trabajo sin chistar, sin pedir nada a cambio; y claro que nos vamos a rebelar contra eso, eso es parte de las luchas feministas y por eso si nuestra vida no vale produzcan sin nosotras.
Vanessa – ¿Cómo sería darle valor a nuestro trabajo? ¿desde qué visión desde una mirada capitalista?
Noe – No es darle valor de cambio si lo pensamos en clave como los conceptos más marxistas, sino darle valor en la clave del valor de uso, de saber que nuestro trabajo reproductivo es el que nos permite estar vivas a nosotras y a nuestras personas queridas y al entorno, que nuestro trabajo reproductivo hace posible las tramas de interdependencia en las que estamos.
Una parte de este debate se dio en los años 70. Silvia Federicci con otras mujeres que estaban en la campaña internacional por el salario para el trabajo doméstico decían: “yo trabajo y entonces queremos que se pague”. Había una campaña por el salario para el trabajo doméstico, que en algún punto ni siquiera era para que de verdad se pague, pero lo que estaban poniendo en evidencia es que en realidad, si se pagara ese trabajo doméstico no hay capitalismo posible, porque hay una parte del trabajo que al ser invisibilizada, desvalorizada y negada permiten la extracción de plusvalor. Las compañeras en ese momento decían: “no sabemos quién lo va a pagar, lo paga el estado, lo pagan los capitalistas, no sé, que alguien lo pague”.
Vanessa – Yo escucho mucho que se cuestiona el hecho de que las feministas demos talleres, o cursos, pienso en este por ejemplo que no tiene costo, entonces hay voces que dicen que las mujeres en este sentido de darle valor a nuestro trabajo y de esta deuda histórica tendríamos que estar cobrando dinero, por estos espacios, por estos talleres, en ese sentido yo me cuestiono también, como hasta donde sí tendría o que es darle un valor a mi trabajo.
Noe – Nos pasa que somos unas mujeres muy precarizadas, en general no tenemos trabajos estables, tenemos que ir haciendo un montón de cosas para tener a veces unos ingresos, que hay un montón de cosas en las que estamos intentando no estar atadas permanentemente a la cuestión del dinero, y pensar otras formas de reproducir la vida, entonces es un equilibrio que no es fácil. Cuántas veces pasa que cualquier cosa es más importante que la reunión que puedo establecer con mis compañeras o que cualquier cosa es más importante que tener un tiempo de calidad para hablar con mi compañera, sobre lo que nos está pasando, valorar también tiene que ver con darle un espacio interno y simbólico.
Lo que nos ha permitido la huelga es decir que estamos disputando tiempo para nosotras, cada vez que paramos nos damos tiempo para hablar en una asamblea, en una llamada por teléfono, en cualquier espacio de retejernos como mujeres y contarnos lo que nos pasa. Estamos robándole tiempo al capital, cada una lo hace como puede, pero todas estamos robando tiempo al patriarcado que nos quiere fregando pisos todo el día. Estamos reapropieando tiempo y espacio para una energía vital posible, eso también es valorizar mi espacio político sostenido con mis compañeras cada semana, por sobre otras cosas es también valorizar la relación entre mujeres.
Clau – La otra cosa que creo que también sería importante mencionar es que el Estado y varias instituciones en general tratan de invisibilizar estos esfuerzos, entonces hay que ver los procesos de lucha y en este caso de la ley de la huelga, no como procesos espontáneos, si no un cúmulo de trabajo, de reuniones. Es un enhebrado de acontecimientos pequeños y grandes, que van creando las alertas y las compras se van organizando. Hasta que se llega a las huelgas se ve como una suma de trabajos cotidianos que son enormes.
Es importante mencionar sobre el trabajo asalariado, que éste había sido desde el feminismo europeo occidental o como del feminismo hegemónico como el horizonte de emancipación para la mujer; esa mujer autónoma, independiente que no depende de nadie, ni de su familia, ni de otras personas. Igual que es la fantasía de la individualidad, me parece importante decir que en América Latina eso es imposible. Por la misma capa colonial, nosotras venimos de familias que han tenido que ser asociadas a fuerzas porque si no, no hubieran sobrevivido a clase trabajadora precarizada que no tiene salarios, que vive de propinas. La idea de huelga la verdad al principio se nos hacía como muy lejana, pero poco a poco si nos la hemos ido apropiando, ¿quién puede parar?, ¿quién no puede parar?
Noe – Hay que pensar la huelga como pregunta, como proceso y como paradoja; sobre todo la pregunta que más nos tenemos que hacer no es tanto si se puede o no hacer la huelga o qué forma cobra la huelga en cada lugar sino ¿cómo pensamos una vida digna de ser vivida en tramas de interdependencia? y ¿cómo pensamos una lucha feminista que lo que ponen en centro es la reproducción de la vida? hay una pregunta siempre abierta por esta idea de cómo nosotras habitamos las diferencias y hacemos una fricción creativa de las diferencias.
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#Nosotrasparamos: notas hacia una teoría política de la huelga feminista, en Gago, Verónica (2019) La potencia feminista o el deseo de cambiarlo todo, pp 17 – 60. Buenos Aires. TintaLimón.
Colonización y cristianización. Calibán y las Brujas en el Nuevo Mundo. pp. 287 – 318, en Federici, Silvia (2010), Calibán y La Bruja. Mujeres, Cuerpo y Acumulación originaria. Madrid. Traficantes de Sueños.