SESIÓN 3

Prácticas de las mujeres en lucha por la defensa del territorio y la vida

Úrsula Hernández Rodríguez

Maestría en Antropología Social (CIESAS – Pacífico Sur, 2014). Colabora en la Universidad Autónoma Comunal de Oaxaca

Sesión en vivo

En esta sesión, reflexionaremos sobre el papel que tiene la propuesta decolonial /anticolonial en las luchas que las mujeres han dado por la defensa de sus territorios y bienes comunes. Se abordará la noción de cuerpo­territorio; su pertinencia, y sus aportes a las luchas por el territorio y los bienenes comunes. Se abordará el tema de la trama de la vida desde una mirada socioambiental e interespecie.

Exposición inicial a cargo de Claudia Pardo y Úrsula Hernández
Se reflexionará sobre cómo la participación de las mujeres, indígenas y campesinas, en la defensa del territorio y bienes comunes aporta características particulares a estas luchas.
Lectura: Gutiérrez Aguilar Raquel y López Pardo Claudia (2019). Producir lo común para sostener la vida.
Notas para entender el despliegue de un horizonte comunitario­ popular que impugna, subvierte y desborda el capitalismo depredador. Quito: Abya Yala.
(En la sección Materiales de Estudio)

Actividad 1: A partir de una cartografía corporal se realizará un mapeo del cuerpo­-territorio, para abordar la reflexión del cuerpo territorio, su cuidado y defensa.

Lectura: Raquel Gutiérrez y Mina Navarro (2018). Claves para pensar la interdependencia desde la ecología y los feminismos. Revista Bajo el Volcán, año 18, núm. 28, marzo-agosto 2018.

Exposición: Acercamiento a la noción de vida, trama de la vida y relación interspecie desde una mirada de las luchas por la defensa de la tierra­-territorio desde las mujeres.

SESIÓN 3. Prácticas de las mujeres en lucha por la defensa del territorio y la vida. 

Para nosotras, ha sido un punto de partida central de reconocernos mujeres con procesos feministas que tenemos lucha propia en un territorio concreto que son las ciudades, pero que hay mujeres en otros territorios que también están en clave anti patriarcal luchando en sus territorios específicos. Partimos de la lucha como clave interpretativa para empezar acercarnos, para poder entender ciertas prácticas novedosas que se están produciendo y desde donde analizamos, entendemos y reflexionamos. Asumimos también que estamos en un tiempo de rebelión y que lo hemos reinaugurado sobre todo en los últimos 10 u 11 años. Creo que uno de los aportes centrales de Silvia Federici es que ella ha ofrecido un entendimiento del lugar de las mujeres sobre todo para a la izquierda y nos ha ayudado a nosotras a poder tener herramientas de comprensión más amplia y abrir estos diálogos entre diferentes.

Nosotras estamos en Bolivia, actualmente intentando hacer reconocimientos de cómo estamos ensayando esa fuerza y cómo estamos llevando adelante esta rebelión, en tanto somos colectivos que estamos ensayando práctica entre nosotras, en esa clave tan potente que nos propone Mariana Menéndez que se llama “entre mujeres”, la cual no es una forma clasificatoria sino que es una clave de entendimiento de la valoración de la relación entre nosotras. Nos reconocemos feministas y también mujeres en lucha, reconocemos que hay una vertiente fuerte dentro del feminismo decolonial donde están los feminismos comunitarios. Lorena Cabnal dice que los feminismos comunitarios son diversos, están situados y son geográficos también y están como trabajándole mucho a la clave decolonial.

En este nuevo escenario y mosaico tan diverso de luchas que están emergiendo en estos últimos tiempos, hemos identificado que estamos produciendo un tipo de feminismo autónomo desde el 2015, es un feminismo renovado en clave de crítica hacia el feminismo institucional, de la igualdad y ese feminismo que trabaja en el margen de los derechos, que es diferente a la propuesta de feminismo autónomo de las mujeres creando, que es un feminismo que salen a fines de los 90. Nosotras las reconocemos en nuestra genealogía por supuesto, pero creo que los feminismos nuevos, en las luchas de las mujeres en comunidades afectadas por el extractivismo asediadas por el capitalismo y el régimen extractivista, son también parte de estas luchas novedosas, pues conjugan con una idea y una clave de autonomía propia, autonomía crítica y antagónica en relación al Estado y a dos claves que salen muy fuerte que son: tutela y despojo.

Tutela en tanto que el ámbito de los derechos estaba decidiendo muchísimo por nosotras, y también que hay un borramiento de todo lo que hacemos, pues somos una serie de colectivas luchando en clave de constelación. Eso es muy importante también decir, que estas luchas renovadas también son intergeneracionales, heterogéneas, etc, dialogan con la clave de luchas cotidianas y luchas desplegadas, en un sentido no estadocentrico porque desborda los derechos.

Otra enunciación importante desde donde partimos es lo común. Estas claves se han construido mirando luchas en diferentes lugares, en Guatemala en México, Bolivia, Ecuador etc., donde no solamente hay organizaciones comunitarias sino también hay otro tipo de capacidad colectiva de construir lo común comunitario también en ciudades. Nosotras planteamos lo común como relación social y categoría crítica. Relación social porque no solamente pensamos lo común en relación a los bienes comunes o a la riqueza concreta, como el agua, los bosques y la biodiversidad, sino también a la capacidad de la gente de vincularse y gestionar esa riqueza concreta gestionando en interdependencia. Esta interdependencia, esta clave que nos propone también pensar con la propuesta de Jason Moore sobre el tejido de la vida, que somos seres humanos y no humanos que en relación vivimos en interdependencia.

Partimos de la comprensión de un mundo interdependiente, tratamos de ver las formas antagónicas en que se gestiona esta interdependencia, queremos decir que estamos conscientes de que habitamos, también se sostiene la acumulación del capital y la reproducción de la vida de manera entretejida, entonces son contradictorias, están desgarrados. Si miramos con atención, nosotras estamos reproduciendo la vida al mismo tiempo que se está reproduciendo en capital, eso es central porque son las condiciones en las que se está sosteniendo este tejido de la vida, es decir, el capital también tiene una forma de producir interdependencia, pero nosotres en clave más de lucha por lo común también tratamos de sostener interdependientemente nuestras luchas y luchamos por reproducir la vida en forma antagónica.

Es muy  importante abordar esto del binario sociedad – naturaleza, porque hay que entender como que el mundo social no está separado en general de las prácticas o del tejido de la vida. También nos coloca en un lugar bastante complejo, de mirar lo no humano y lo que es la naturaleza como externa por fuera de nosotras, y creo que ahí hay un proceso necesario de re-politización de lo que es la naturaleza y para no profundizar esa separación.

Hay luchas cotidianas con esta clave de constelaciones, muchos esfuerzos individuales pero que están conectados. Eso para nosotras ha sido muy importante sobre todo en las ciudades, pensarnos que somos pequeños colectivos que a veces quieren ser borrados, que nuestra fuerza se ve como una fuerza espontánea que se encuentra solamente en fechas determinadas. Yo creo que si nosotras re politizamos a través de esta clave de la perspectiva del entre mujeres y que en ello hacemos ensayos cotidianos de vínculo, incluso donde profundizamos a veces relaciones de amistad política, podemos mirar que siempre estamos produciendo lucha cotidiana y en algunos momentos vamos a generar encuentros para desplegarla. Es entonces cuando somos capaces de producir articulación y que estamos en diferentes lugares.

Nosotras estudiamos por un lado estos movimientos y luchas indígenas entre los 90 y el 2010 en América Latina, que también que se han ido estudiando y que se van acompañando desde donde se parte, son formas políticas cotidianas de reproducción y sosten que tienen un tipo de politicidad comunitaria práctica para la regeneración con modos específicos de regulación de interdependencia. Por otro lado la constelación de luchas por lo común en condiciones de amenaza y despojo. Esta clave anti-patriarcal pensando en las luchas territoriales, por ejemplo las luchas anti-extractivas. Si bien hay varias mujeres dentro de los feminismos comunitarios que sí se llaman feministas, hay también otras que piden no ser llamadas así. El feminismo es más bien una práctica, también un proceso, y nosotras las que estamos haciendo, hemos elegido ese camino de lucha. En ese proceso también vamos entendiendo que no podemos nombrar a otras como se nos ocurra a nosotras, y también entendiendo que las mujeres que están en territorios que tienen prácticas que al mismo tiempo están luchando, no es que no estén luchando en clave antipatríarcal, no tiene que ser el feminismo específicamente en las luchas, sino más bien que ampliar la clave anti patriarcal, nos hace mirar la práctica, el desglose de lo teórico o la iniciación en sí misma.

La experiencia de Tariquía

Tariquía es una reserva ecológica, un área protegida que se encuentra al sur de Bolivia. Aquí se encuentra esta lucha de la que hemos trabajado políticamente en estos años. Nosotras estábamos ya en desde el 2015 con el ciclo progresista de Evo Morales, un Gobierno de los movimientos sociales pero que es un modelo de desarrollo económico basado en un régimen exactivista, eso significaba que no solamente era un régimen económico, sino también un régimen político, en el que hubieron avances muy importantes en clave anticolonial porque en el 2009 se produjo una Asamblea Constituyente y que encumbró del pasar de República a Estado plurinacional. Fue muy interesante ver las diferentes nacionalidades que componen nuestro país, sin embargo una de las cosas más complejas fue que, si bien en un momento se ponía en discusión el tipo de modelo de desarrollo y se proponía una transición, no se pudo lograr, al mismo tiempo había una crisis energética, la caída del petróleo entre los años 2012 -2013. Fue muy importante ver ahí estas dos dimensiones de la amalgama: lo colonial y lo patriarcal, lo cual era absolutamente fundamental para crear un tipo de ofensiva capitalista y estatal en diferentes territorios.

En 2015 esta ofensiva se despliega y se crea toda una normativa para habilitar las áreas protegidas para la entrada de petroleras. En 2014 ya se había roto el candado de las áreas protegidas, se abre primero la minería y en el 2015 también a las petroleras. Fue un momento muy fuerte y atentatorio contra las comunidades que viven ahí y denotan también un desconocimiento del mismo estado de las organizaciones y varias instituciones estatales en todas las áreas donde viven comunidades indígenas y comunidades campesinas. También somos un país con extractivismo histórico, somos un país exportador de gas, ese extractivismo se sigue profundizando.

Tariquía es una reserva que se creó a fines de los 80, es un ecosistema frágil donde coexisten en interdependencia comunidades humanas y no humanas. Pensar que en las áreas protegidas solamente están todo lo no humano: especies nativas y amenazadas, es un error. Uno de los discursos del Gobierno es que decían que van a entrar a las áreas protegidas porque ahí no hay nadie. Nosotros también en las ciudades tenemos una idea fragmentada de todo eso.

La lucha de Tariquía decía claramente que en todas las áreas protegidas -que son 22 en Bolivia- hay comunidades humanas que viven y reproducen su vida en la interdependencia con el bosque. También han aprendido a vivir en equilibrio y auto regulan sus medios de producción, incluso no pueden acceder al bosque. No hay que creer en esta idea de que son como cuidadoras del bosque, si no creo que lo que han hecho es encontrar formas de vivir en interdependencia con sus propias estrategias de autogobierno más comunitario. Es un ecosistema porque pensando en sus características de clima es un centro de recarga hídrica. En esta clave de interdependencia ecológica, todo lo que pase de esos frentes fríos del sur desde la Argentina desde el Uruguay etc., son regulados por el clima Tarijeño. Por lo tanto, es un ecosistema absolutamente importante pues hay dos reservas que están juntas y que tienen una importancia ecológica central.

En esta reserva viven 10 comunidades campesinas, otras 3 en el área circundante, muchos de ellos son residentes también de las ciudades o están incluidos en dinámicas más migratorias o tienen otro tipo de producción. La lucha comienza en 2016 cuando empiezan a organizarse en clave de defensa. Este proceso ha durado años y es muy importante porque entre el 2015 y el 2019 las mujeres son las que toman un protagonismo en específico, son ellas quienes sostienen el veto, quienes ocupan un lugar central para el sostenimiento de toda la lucha, la cual se fue fragmentando. El despojo va hacia eso en diferentes momentos: mientras se va produciendo la amenaza al mismo tiempo se va fragmentando las comunidades.

La forma de cómo llegan ahí las mujeres es a través de procesos de reapropiación de fuerza y de espacios. En un punto de la lucha los varones dirigentes se estaban ya “dando la vuelta” dicen ellas, entonces lo que hacen es tomar lugares estratégicos de los sindicatos para seguir sosteniendo el veto. Actualmente este frente sigue manteniendo el veto y sigue teniendo otro tipo de ofensivas enclave patriarcal y decolonial, no sólo capitalista, son amenazas que vienen desde el Estado, porque éste sigue queriendo entrar en lo técnico por ejemplo, ya se han aprobado muchos proyectos, se ha movido esta línea de roja de acá que eran los límites de la reserva; esto sin aprobación, sin referéndum, sin nada, absolutamente rompiendo todos los acuerdos, han movido los límites de la reserva, lo ha hecho arbitrariamente el Estado, es decir la ofensiva continúa.

Reflexionar sobre cómo se produjo el veto ayuda a complejizar estas formas de dominación que habilitan sobre todo la expropiación en los procesos de acumulación capitalista, además de visibilizar la fragilidad y la crisis de las estructuras sindicales que había en mi país. Si bien las corporaciones estaban al lado del Estado, la fuerza de estas comunidades estaban diciéndole al Gobierno que no vamos a permitir que entren a nuestro territorio, nos oponemos a la entrada de petroleras.

A través de un ejercicio de investigación también organizado por las mujeres, se habló con comunidades guaraníes que también habían recibido esas promesas de desarrollo y encontraron un territorio absolutamente devastado: se abrió una planta separadora de líquidos construida en un territorio indígena que antes era el lugar de producción para el agro que tenía agua. Vieron ahí que esa promesa del Estado para regalar desarrollo a las comunidades era una promesa que traía también destrucción. Dicen las compañeras que fue necesario mirar con ojos propios lo que significaba el despojo, y volvieron a sus comunidades diciendo: no tenemos que dejar que entre las petroleras porque todo van a destruir todo y nos van a quitar el agua.

Las mujeres dicen: “aquí nosotros si queremos salir a la ciudad podemos salir, pero aquí tenemos todo, tenemos agua, hay peces, si queremos cocinar y no hay gas tenemos madera, tenemos nuestros animales, etc. La vida se reproduce de otra manera, no está mediada completamente por el dinero o por lo mercantil.” Entonces para ellas es el aferramiento también al territorio. Nosotras desde la Universidad ya habíamos entrado en procesos de feminismo más profundos, teníamos una lucha, nos reconocíamos, hablábamos en cuerpo propio, nos reconocíamos también mujeres en lucha, entonces desde ese lugar nos acercamos a las compañeras y también planteamos un tipo de alianza respetando el espacio comunitario y nosotras cargando también un tipo de politicidad. El acercamiento fue así, fue muy honesto sabiendo de que nosotras estábamos investigando, teníamos un interés de investigar pero al mismo tiempo teníamos un interés de aportar sobre todo a la lucha.

Ahí ellas nos dijeron: “nosotras necesitamos, estamos viviendo en una reserva y estamos conscientes que no podemos quedarnos, que nuestra voz no se puede quedar atrapada, necesitamos generar alianzas para que nuestra voz salga para fuera de la reserva, nos han encomendado la tarea que ustedes tienen de escribir y que se diga lo que está pasando.” Entonces lo que hicimos fue generar diferentes estrategias, nos aliamos con otras compañeras en otros departamentos en el país, también hicimos una estrategia internacional para difundir lo que estaba pasando en la lucha, era también una amplificación de voces, lo que hicimos es plantear también una alianza situada, que nos reconocíamos diferentes, que habíamos decidido luchar por algo concreto, pero al mismo tiempo queríamos también amplificar las de estas mujeres, donde veíamos un protagonismo que se estaban revelando de manera novedosa en nuestro país.

Entonces esa fue nuestra alianza, no significaba que nosotras nos subordinamos a la organización, pero respetábamos absolutamente los espacios de autogobierno. Fuimos parte a lo largo del tiempo de esa lucha, en tanto también nosotras nos pusimos la tarea de poder escribir, de amplificar, de reproducir alianzas, de hacer que nuestras luchas propias entre mujeres que estaban conectados en otros lugares conozcan la lucha, etc. Haciendo un tejido de red entre mujeres colaboramos pero al mismo tiempo ayudamos a amplificar esa lucha, también nosotras trabajamos de manera más individual a las heridas coloniales que tenemos cada una, nos acercamos también a otras luchas que parecen que tuvieran más relevancia que la nuestra, ahí fuimos muy claras. Hicimos un proceso muy consiente de politización, de decir “nosotras también tenemos una lucha y vamos a acercarnos de lucha a lucha”. Fue muy importante el mirar el heterogéneo plural de los conocimientos, valorarlos también, y mirarnos a nosotras mismas con nuestras propias capacidades portando un conocimiento situado, viendo cómo en las alianzas podemos tejer y crear herramientas y conocimientos que tenemos para que se puedan generar aportes, eso creo que fue sentido y nuestra forma muy concreta de poder también ayudar a la politización y la amplificación.

Debido a que nosotras estábamos viviendo un proceso de feminismo súper critico y al mismo tiempo viviendo de manera individual pero habitando desde nuestros espacios, nos permitió también mirar con mucho cuidado y con un ojo  muy crítico donde estábamos, donde estaba puesta nuestra lucha, y dónde estaba puesta la lucha de las mujeres. A ratos se ponía en entredicho de que si eran las mujeres las protagonistas de esas luchas antiestractivas, era muy fuerte, yo lo sentí sobre todo en los espacios de izquierda, decían: ¿enserio son las mujeres las que están haciendo tanto desmadre en el sur del país? Era como si de pronto no te creyeran, y ahí ves una cosa muy fuerte, porque la memoria de lucha en mi país tiene cara de varón, en la memoria sindical obrero campesina tiene cara de varón, entonces no podían creer que habían estas mujeres súper fuertes que estaban organizando y estaban sosteniendo el veto, para no dejar esa ofensiva entrar en su territorio. Eso fue también todo un aprendizaje, una clave anti patriarcal anticolonial, de colonial en los diferentes espacios, y ver formas de relacionamiento en tanto vamos ensayando el vínculo entre nosotras.

Defender la vida, ubicar la lucha 

Una cosa que a mí me hace mucho ruido, que nos hace a todas, esta idea de defender la vida, a veces se olvida que la vida se cultiva, se genera y se sostiene; se defiende, pero también la vida en realidad no es que está dada y lo único que hacemos es ponernos adelante para que no la maten, es como una cosa muy de la guerra defender, un territorio no solamente alguien cuida el bosque y se para que no entren a talarlo, el bosque se protege, se cuida, se va cuidando para que vuelvan a nacer, para que se regenere.

¿Cuál es tu lucha? es una pregunta que cada quien se hace todo el tiempo, esa es la pregunta con la que nos encontramos con otras y eso es una clave muy de los feminismos renovados y de los diálogos que tenemos en otras luchas comunitarias populares. Esa idea de escucharnos y como cada una escucha a la otra como forma de espejo, o como nos escuchamos, porque cada una tiene unos gestos de rebeldía y unas opresiones; como cada una está luchando desde un lugar y ese es el punto de encontrarnos. Eso se enlaza con una clave que viene más de los feminismos de las diferencia italiana de los años 70 y que nosotras resignificamos mucho, que es esta idea del partir desde su propia lucha, desde su propia experiencia, y ese es el punto para el encuentro con las otras. Acá solemos decir: partir de sí para no quedarse en sí y para hacer con otras. Porque no es una cosa de mirarse el ombligo, ni quedarse ahí como atrapadas, pero sí tener muy presente la experiencia propia y como a partir de eso una se encuentra con las otras. Estamos revalorizando los espacios entre mujeres y hablando más de nosotras, de nuestras propias luchas, viéndonos como parte de una lucha más grande.

En 2019 como seguramente muchos han escuchado, tuvimos un tiempo de ruptura, de crisis política, donde se produce la salida de Evo Morales a través de un golpe y entra a ocupar la derecha más conservadora del país, una movida que básicamente detona en una crisis profunda en nuestro país y también puso en crisis a varios sectores de la izquierda sobre todo en la región Andina y en América del sur. A partir de ese momento nosotras empezamos a llamar en Bolivia junto con otras compañeras tomando también la clave de guerra de estas producciones de nuevas guerras patriarcales, que se producen en escenarios y momentos políticos acompañados de procesos de acumulación originaria o también de procesos que en este tiempo estamos llamando de una efervescencia fascista nueva, donde se reorganiza el lado más conservador de las sociedades pues nos cae muy fuerte.

En un momento una compañera decía: es como si nos hubieran apaleado el cuerpo; un disciplinamiento muy fuerte porque en medio de esta guerra patriarcal que reconfigura ciertos territorios y movimientos. Nosotras no entendíamos muy bien lo que estaba pasando porque los hechos iban aconteciendo de manera muy rápida, entonces no teníamos capacidad de entendimiento y se van imponiendo dos cosas: un mandato de silencio y el mandato de violación. Porque en la guerra patriarcal había una fuerza conservadora buscando la silla, el poder, su objetivo era tomar el Estado, y por otro lado los del movimiento socialismo con Evo Morales que trataban de conservarlo. En medio de eso había un silenciamiento que caía en general sobre el pueblo pero principalmente sobre el cuerpo de las mujeres. Entonces ahí hay una movida interesante y un llamado de María Galindo que nos dice hay que volver a encontrarnos, hay que romper el silencio. Nosotras respondemos y se organizan en ese momento espacios de encuentro que rompen lo que estaba desarrollándose en el espacio público, que era una instalación de una violencia confrontada sobre todo encarnada en cuerpos de varones que reproducían violencia en muchos sentidos y en diferentes espacios.

Con el país paralizado ahí las mujeres rompen esa mediación patriarcal durísima, que tenía también un componente colonial muy fuerte, con rasgos fasistoides que se van reproduciendo a lo largo y en todas las relaciones, en todos los espacios. Entonces nosotras producimos espacios de encuentro partiendo de lo que nosotras hicimos en Cochabamba, en donde tiene sindicatos campesinos, una gran parte del departamento es rural; aquí había una confrontación y una de las separaciones más fuertes que se estaba instalando era entre lo urbano y lo rural en clave sobre todo colonial, colonial racista.

Fue durísimo, luego que se da el golpe y se va Evo Morales entra este Gobierno represivo, que lo que hace es seleccionar y controlar todos los espacios de la ciudad a través de instalación de grupos paramilitares, que en motos iban recorriendo y persiguiendo al sujeto político, a mujeres, a disidencia y a todo lo que le significa amenaza o diferente. En ese escenario nosotras ya habíamos llevado adelante dos parlamentos donde sacamos la voz, donde hicimos momentos de encuentro, y ahí quiero resaltar que la colectividad no es algo espontáneo, nosotros siempre lo estamos produciendo en espacios pequeños, ya sea en espacios más orgánicos o en espacios diferentes donde estamos haciendo la colectividad, pero que cuando hay momentos sobretodo en que necesitamos articular, se produce un acuerpamiento, entonces hicimos muchos llamados sobre todo porque en un punto luego de haber varias agresiones, estaban amenazando de violación sobre todo a las jóvenes que estaban en el espacio público, varias compañeras que no están dentro de lo eteronormado, que son de las disidencias, estaban perseguidas igual, era muy fuerte.

Entonces estaba instalando un escenario muy complejo y ahí hicimos dos acciones, era justo un evento que organizamos en la Navidad, hicimos un llamado para que nos encontremos varias; nosotros somos un departamento pequeño, tenemos normalmente nuestras formas de movilización en encontrarnos en la Universidad, tener una ruta en la que pasamos por algunas instituciones, por la policía etc; en ese momento no queríamos pasar por la policía porque estaba coordinando todo con estos varones violentos paramilitares que circulaban amedrentando a toda la gente en moto; entonces hicimos una ruta y llegamos al centro de la plaza; ahí nosotras preparamos sobre todo manifestando, rompiendo con esa mediación y con un discurso muy claro, frente a un escenario que estaba reproduciendo y un proceso de regularización que significaba tronar a nuevos machos, específicamente con estos grupos movilizados de motoqueros y en el lado más oriental, la derecha conservadora entronaba a otros, un espacio opacado por voces patriarcales muy duras que controlaban el escenario.

Nosotras salimos y salimos con mucha medida de autodefensa, todas estábamos protegidas, las caras protegidas y tomadas de las manos, fue muy fuerte porque pues significó también para nosotras decirle a una sociedad en un momento donde había mucha confrontación, que el espacio público también es nuestro, nuestras madres también son de pollera[1], nuestras abuelas son de pollera, venimos también de comunidades, somos hijas de migrantes y no vamos a permitir esta separación, y no queremos esta mediación patriarcal, no queremos esta guerra patriarcal. Entonces pusimos ahí el cuerpo, fue muy fuerte pues significó también romper el pacto de silencio y sacar la voz. Más allá de que tener un efecto hacia afuera también significó para nosotras mismas un proceso de politización, porque podíamos escuchar entre nosotras que finalmente estábamos diciendo algo; esto es cuando estamos entrando y decimos en medio de esa polarización tan intensa, tan tensa, que ni fascismo, ni nacismo, sus cúpulas al poder nos llevan al abismo. Llegamos a la plaza, nos instalamos, era un tiempo antes de la Navidad, instalamos un árbol donde todas llevaron consignas y sacaban la voz de alguna forma, algunas emitían algunos discursos sobre todo haciendo alusión a estas separaciones y a la mediación patriarcal instalada. En cada espacio, todas las colectividades en los consensos tienen sus formas de manifestarse, nosotros siempre que llegamos también leemos un manifiesto. Esta acción política no fue un ejercicio solamente hacia afuera sino también fue para nosotras muy importante y qué se conectaba con lo que estaba pasando. Estos dos mandatos que estaban sobre todo recayendo sobre nuestros cuerpos, estaban imponiendo de manera muy profunda.

Luego de eso seguimos encontrándonos en espacios grandes, pequeños, queríamos reordenar una narrativa porque no entendíamos que había pasado, cómo había sucedido tan rápido y tan abruptamente todo. Nosotras seguíamos allí en este modo de encontrarnos, de seguir construyendo narrativa. Había confrontación, mucha tención incluso entre colectivas porque la izquierda también nos hacía un llamado de reponer al sujeto político histórico que estaba siendo amenazado. Evidentemente había la avanzada del fascismo conservador, todo el lado conservador más colonial quería quitar todo lo que se había logrado en tanto lucha y que había podido lograr concretizar el Estado.

Había mucha amenaza, mucha tensión, las agresiones sin embargo continuaban, hubo una agresión específicamente a unas señoras de pollera, a todo lo que significaba mujeres indígenas de pollera. Pollera son estas vestimentas largas como unas faldas largas, todo lo que significaba procedencia étnico, indígena, campesina popular, era perseguido, era súper duro. Entonces ahí nosotras en una asamblea decidimos que íbamos a retomar el espacio público reconectando nuestra propia herida, tocando la herida colonial que llevamos. Como dice la Lorena Cabnal de los feminismos comunitarios territoriales, a las urbanas nos toca también asumir que sufrimos en nuestro cuerpo las violencias de la migración que cargaron nuestras abuelas, en tanto eran también campesinas indígenas que les tocó migrar a las ciudades para darnos las mejores condiciones de vida a nosotras. Entonces ahí topamos con esto que decíamos nosotras: somos hijas de emigrantes, todas nuestras abuelas son cholas son de pollera, entonces no queremos que los de un lado esten instrumentalizando a las mujeres de pollera y no queremos que los otros estén violentando y nos estén separando recolonizando también este espacio de la ciudad, que es nuestro, que nos pertenece también.

Entonces hicimos toda una acción de reapropiación, nos encontramos y la consigna era llevar fotografías de abuelas, madres, mirando nuestro linaje materno, las fotos de nuestras madres delante en los pechos, también las que querían podían ir cubiertas. Tomamos este bastión, por suerte no nos agredieron esos paramilitares pero igual nos daban vueltas, era mucha tensión, eran momentos de mucho miedo, pero ahí nos conectamos con lo que dice Audre Lorde sobre que el silencio no nos salvará y hay que habitar la emoción, hay que sentir la emoción, que aunque con miedos lo hicimos, eso significó varias movidas. Ahí estábamos de diferentes partidarias, pero no estábamos debatiendo en ese momento las diferencias, lo que sí estábamos haciendo es concretando un acuerdo, que era que no vamos a dejar que nos sigan implementando una mediación patriarcal que nos silencie y que también nos siga amenazando a los cuerpos, y que se siga criminalizando al sujeto político, entonces con esa consigna fuimos.

Llegamos todas e hicimos también una especie de una ocupación con el cuerpo, algunas se trenzaron, hablamos, dimos una manifestación; fue súper importante retomar ese espacio, teníamos también en este momento un manifiesto que lo leímos, esta vez este evento fue bastante mediático, porque la prensa va jugando a ver por dondé está la polarización, dijeron un montón de cosas de nosotras. Lo que nosotras aprendimos ya hace tiempo es que nadie va a hablar por nosotras por eso es muy importante poder hacer estos esfuerzos de nombrar lo que hacemos y empezar a escribir, las que pueden escribir que sigan escribiendo, las que pueden conversar más que sigamos dando ideas entre todas, pero sí hacer el esfuerzo de nombrar y colocar también en la historia las prácticas y las cosas que hacemos en nuestra lucha. Entonces creo que eso algo que también los feminismos estamos retomando, para que no haya más borramiento de lo que hacemos. Me produce mucha emoción.

Eso compañeras yo tenía para mostrarles, ese día se cerró con una segunda acción, en la noche llegaron ya en formato más mixto varios compañeros y compañeras que están en el mundo más de mostrar la sanación ancestral, hicieron un ritual porque esta plaza es una huaca, un lugar sagrado donde fue construido lo urbano; se hizo una oración del lugar, nosotros tenemos una conexión muy fuerte con la tierra, entonces fue súper bonito. Ahí quería conectar con la idea del principio que en los feminismos en Bolivia hay una nueva corriente muy interesante de discidencias rebeldes que se llaman de diferentes formas y se nombran de diferentes formas. Yo no quiero ser atrevida y caer digamos en un error de nombrarles pero pues por ahora voy a decir que son disidencias, y pues se nombran y se hicieron presente también en esta lucha con la batucada. Yo había visto esta fuerza solamente en algún ejemplo en México en las marchas, ahí es muy fuerte las batucadas, pues aquí ya en Bolivia ya tenemos esas batucadas y esa fuerza y es súper importante.

Yo quería mostrar y también señalar de que también nosotras principalmente venimos de un linaje comunitario muy fuerte, de linajes indígenas campesinos, que nuestras abuelas han migrado, algunas mamás han migrado a la ciudad, también estamos tratándonos y hablando de la herida colonial y en los momentos sobretodo donde se reproduce la guerra, la confrontación y estas amenazas tan fuertes que tienden a recolonizar, ponen la clave más fuerte de un lado y del otro la clave étnica sobre todo como instrumentalizando, nos hacen repensar también en muchas cosas, eso es una dimensión que se está incorporando de manera más profunda en los feminismos y ahí vamos avanzando.

Materiales de estudio

América Latina en tiempos revueltos. Claves y luchas renovadas frente al giro conservador; Castro, Diego y Huáscar Salazar (coords.)
; ZUR, Excepción y Libertad bajo palabra, Montevideo, Cochabamba y Morelos, 2021


Gutiérrez Aguilar Raquel y López Pardo Claudia (2019). Producir lo común para sostener la vida.
Notas para entender el despliegue de un horizonte comunitario­ popular que impugna, subvierte y desborda el capitalismo depredador. Quito: Abya Yala.


Raquel Gutiérrez y Mina Navarro (2018). Claves para pensar la interdependencia desde la ecología y los feminismos. Revista Bajo el Volcán, año 18, núm. 28, marzo-agosto 2018.