¿Quién defiende a las personas defensoras?

Una defensora o defensor de los Derechos Humanos es, según la definición ofrecida por la Organización de las Naciones Unidas a través de su Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, una persona que «individualmente o junto con otras, se esfuerza en promover o proteger los derechos humanos». Esto engloba a todas y todos aquellos que hacen, de un modo u otro, activismo por la denuncia de las problemáticas y violaciones de los derechos humanos así como acciones de promoción, disfrute y garantía de los mismos.

Es necesario destacar que generalmente no existe una autodenominación por parte de estas personas como defensoras o defensores de derechos humanos, sino que es un término creado desde la Organización de las Naciones Unidas y adoptado por las organizaciones sociales para hacer referencia a quienes de forma individual o colectiva realizan acciones de promoción y defensa de derechos. La labor de las personas a las que nos referimos cómo defensoras de los derechos humanos está reconocida desde 1998 en la Declaración sobre Defensores de Derechos Humanos de 1998. En ella se recoge el derecho de todos los seres humanos a «defender y participar en actividades pacífícas contra las violaciones de derechos humanos». Sin embargo, este reconocimiento no se traduce en una garantía de la seguridad y continúa siendo un colectivo muy expuesto a la violencia.

La defensa de los derecho humanos cobra una relevancia especial en los contextos indígenas pues, además de la lucha por el disfrute de los derechos universales, esta se entrelaza con la defensa de los derechos colectivos propios de los pueblos indígenas, como son el derecho de las comunidades a la libre determinación, a tener su autonomía, la protección de su cultura y formas de vida o todos aquellos referentes a la defensa y protección del territorio.

Defender el territorio y el medio ambiente es defender los derechos humanos

Hablar de defensoras y defensores de derechos humanos en contextos indígenas, es hablar de una lucha por la protección de la tierra, el territorio y los recursos naturales, especialmente en el contexto actual, en el cual empresas y estados compiten por el acaparamiento de tierras para la obtención de rendimientos económicos.

Las personas defensoras arriesgan sus vidas enfrentando prácticas que, lamentablemente, se han vuelto muy habituales, como son la explotación de los bienes naturales, el desplazamiento de comunidades, o la privatización y control de bienes comunes y de gestión comunitaria. Defender el territorio y el medioambiente es, en estos contextos, parte de la defensa de los derechos humanos. Cuando las comunidades defienden su territorio, están defendiendo también los derechos colectivos que tienen como pueblos indígenas, como son el derecho de propiedad, de consulta, a gozar de un medioambiente sano etc.

Contexto de inseguridad

La comunidad y el marco jurídico internacional reconoce como legítima la defensa de los Derechos Humanos, sin embargo, en muchos territorios las personas defensoras viven en situaciones de riesgo como consecuencia de su trabajo.

La mejora de la seguridad y la reducción de la violencia es una de las grandes tareas pendientes en México. Pese a su planteamiento como prioritario dentro de las políticas de la 4T de Andrés Manuel López Obrador, a cinco años de su llegada a la presidencia, los datos muestran un panorama muy desolador. Según datos de EDUCA (Servicos para Una Educación Alternativa A.C.), que lleva a cabo la tarea de sistematizar la denuncias públicas por agresiones a personas defensoras, desde diciembre de 2018 se han registraron en el país más 200 ataques entre las que hay desapariciones forzadas, homicidios y ejecuciones extrajudiciales.

El Estado de Oaxaca, seguido por los de Guerrero y Michoacán, se posiciona como el más mortífero para las personas defensoras, pues en estos cinco años se han podido registrar 41 asesinatos. Sin embargo, es necesario destacar que hay muchas otras agresiones que, sin tener resultado de muerte, son sufridas por las defensoras y defensores como consecuencia de su labor, como las amenazas, los hostigamientos, las agresiones físicas etc.

La criminalización es el tipo de agresión más denunciada, según los datos recopilados por EDUCA, y los principales agresores resultan ser las autoridades y gobiernos municipales (22%) y estatales (44%) Esto aparece reflejado también en el informe «México: tierra y ¿libertad? Criminalización de personas defensoras de tierra, territorio y medioambiente» elaborado por Amnistía Internacional y que publicó en septiembre de 2023, en el que se señala reiterados usos indebidos del sistema de justicia en contra de las personas defensoras: «Se han utilizado de tipos penales vagos o a la fabricación de delitos por parte de funcionarios públicos o de las propias empresas involucradas en los proyectos». Además, el informe señala también que las violaciones a derechos humanos cometidas contra las personas defensoras y manifestantes, como puede ser el uso ilícito de la fuerza, acostumbran a quedar impunes.

 

Esta actividad cuenta con el financiamiento de la AVCD y del Gobierno Vasco, además de la colaboración de KCD ONGD

PORQUE AQUÍ MANDO YO. Alternativas contra el adultocentrismo desde la Comunicación Comunitaria

“Mientras vivas en mi casa vivirás con mis reglas”, “no interrumpas mientras un adulto esté hablando”, “tu qué vas a saber si sólo eres un niño”…

¿Te suenan estas frases?

Durante tu infancia casi seguro escuchaste algunas de estas ideas u otras parecidas, y esto es debido a que el reconocimiento de los derechos de las niñas, niños y adolescencias es algo relativamente nuevo a nivel mundial[1].

Cuando las personas consideran que son superiores a niñas, niños y adolescentes, es a lo que se le llama ADULTOCENTRISMO. Esta idea está presente desde la casa, escuela y en cada espacio de la sociedad y entender esta discriminación sobre otrxs debido a la edad, nos ayuda a visibilizar cómo se van reproduciendo las figuras de poder a lo largo de la vida.

Por lo anterior, vale la pena repasar los otros términos que forman un sistema más amplio de dominación: el ENDOCENTRISMO, que consiste en la consideración de que el hombre es el más importante y relega a las mujeres a un segundo plano; y el ANTROPOCENTRISMO, que es la creencia de que nuestra especie es el centro de todo y que el resto de los seres y la naturaleza están a disposición de nuestras necesidades.

El porqué es importante mencionar todo este sistema de poderes, radica en la posibilidad de reconocer que estas formas impiden el pleno desarrollo de las personas, pues preserva situaciones de desigualdad, exclusión, discriminación y hasta la propia extinción de especies y destrucción de ecosistemas.

Poder mirar y entender desde sus raíces el sistema de dominación y accionar desde la defensa de los derechos de la ninez y juventudes, podría ayudar a que se construyan futuras generaciones en mejores condiciones para vivir dentro de una cultura de paz y buen vivir.

Y cuando hablamos de adultocentrismo, ¿A qué nos referimos?

Cuando las niñas, niños y adolescentes crecen en un ambiente donde se minimizan sus ideas y propuestas, olvidamos que en esta importante etapa de sus vidas también tienen derechos. No escucharles ni permitirles expresarse es descalificar sus necesidades y sentimientos y así normalizamos las violencias que formarán parte de su educación y de su vida.

Es importante reflexionar sobre los efectos de no tomar en cuenta el punto de vista y emociones de los demás, pues sin importar su edad, cada persona tiene derecho a ser escuchada. No hacerlo en el caso de las niñas y niños puede dejar la puerta abierta a que, por ejemplo, no se detecten situaciones de violencia como el acoso escolar y el abuso sexual infantil.

En el 2021, según el informe sobre la violencia contra niñas, niños y adolescentes por Word Vision México, se encontró que en Oaxaca:

  • Las niñas y mujeres adolescentes son quienes más perciben el hogar como el espacio con mayor violencia.
  • 70% de ellas perciben “la casa” como un lugar violento para las y los infantes y adolescentes.
  • Las niñas, niños y adolescentes no se sienten ni se perciben a salvo.
  • El 60% considera que las y los infantes y adolescentes no están seguros todo el tiempo y tampoco en ningún lugar.

¿En dónde están previstos los derechos en la niñez, adolescencia y adolescentes?

Estos derechos están previstos en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, en los tratados internacionales y en las demás leyes aplicables, esencialmente en la Convención sobre los Derechos del Niño y en la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes, la cual reconoce a niñas, niños y adolescentes como titulares de derechos y, en su artículo 13 señala sus derechos, de los cuales solo mencionaremos algunos:

Derecho a la vida, a la supervivencia y al desarrollo; Derecho de prioridad, Derecho a la identidad, Derecho a vivir en familia; Derecho a no ser discriminado; Derecho a una vida libre de violencia y a la integridad personal; Derecho a la inclusión de niñas, niños y adolescentes con discapacidad; Derecho a la educación; Derecho al descanso y al esparcimiento; Derecho a la libertad de expresión y de acceso a la información; Derecho de participación; Derecho de asociación y reunión; Derecho de acceso a las tecnologías de la información y comunicación, así como a los servicios de radiodifusión y telecomunicaciones, incluido el de banda ancha e Internet.

Trabajo con niñez y juventudes en 4 regiones de Oaxaca

Un buen comienzo para el trabajo con la niñez y juventudes es observar si en nuestras comunidades existen los espacios suficientes y adecuados para la participación y expresión de ellas y ellos.

A continuación compartimos algunos resultados obtenidos de un trabajo realizado por jóvenes comunicadores comunitarios en 8 comunidades de 4 regiones de Oaxaca: Costa (Villa de Tututepec, Charco Redondo, Minitán), Valles Centrales (Santa Ana del Valle), Istmo (San Mateo del Mar, Zanatepec, Benito Juárez Chimalapas) y Mixteca (Yucuhiti).

Este proyecto fue realizado entre agosto del 2022 a junio del 2023, con el objetivo de identificar cuál es la situación en la que viven las niñas, niños y juventudes en algunas comunidades oaxaqueñas, conocer sus necesidades y deseos, y cómo a través de la radio comunitaria es posible brindar herramientas y espacios de recreación, esparcimiento y expresión para dicha población.

A través de talleres de creación y expresión radiofónica las y los participantes jugaron y dialogaron sobre lo que les gusta de sus comunidades:

El amanecer, el río, la convivencia, el café, las fiestas, bailar, las flores, los árboles, la danza del toro, la convivencia con los amigos, admirar el paisaje desde las montañas, las cascadas, el parque de la comunidad, ver las montañas, los torneos deportivos, el mercado, que las personas son unidas, la alegría, que hay mucha vegetación, la escuela, la plaza, el cerro, el agua, los pájaros, la comida tradicional, la feria del pueblo, salir al campo, cuidar del mar y los atardeceres.

Y lo que no les gusta:

La tala de arboles, que por las lluvias se va la luz en la comunidad, que no participen en la fiesta, que se pierdan las danzas, que haya machismo, la desigualdad entre hombres y mujeres, la violencia contra las mujeres, los pleitos, los chismes, que no se puedan bañar por el río sucio, el descuido de los servicios públicos, que no haya personal médico en la comunidad,  la contaminación, el alcoholismo, la drogadicción, el narcotráfico, la gente morbosa, la violencia, la escasez de agua, que se tire basura en el río o en el mar, que tiren basura en las calles y el campo, que suban los precios de la comida, los carros porque contaminan el aire, los rateros y la calor.

Como resultado de los talleres[2], las niñas, niños y jóvenes crearon a través del trabajo en equipo diversos y creativos guiones radiofónicos, grabaron y editaron producciones radiofónicas con historias narradas y dramatizadas. A través del juego, se divirtieron y aprendieron a usar grabadoras, micrófonos y computadoras, con las cuales emplearon sus propias voces y expresaron sus sentires.

Durante este proyecto se pudo observar que en las comunidades hay escacés de espacios donde la niñez y juventud se sientan en plena confianza y con seguridad; además se notó la falta de espacios lúdicos donde ellas y ellos puedan aprender a través del juego y que les permita descubrir y transformar sin ser minimizados y descalificados.

 

La niñez, no es algo que se cura con el tiempo.

Como adultos, es importante reconocer que si bien tenemos más experiencia, nos corresponde ayudar, guiar, proteger y tomar acuerdos en común con las generaciones más jóvenes, siempre a través de la escucha, el diálogo y el respeto a su propia visión, abonando desde la resolución de conflictos de forma pacífica y sin violencia, dejando que las infancias y juventudes tomen sus propias desiciones que no afecten su integridad y la de otrxs.

Si mantenemos nuestra mirada en reflexionar sobre cómo las estructuras de poder dañan la propia vida y de quienes nos rodean, podremos ir identificando los diversos espacios en los que nos es posible incidir para accionar hacia un cambio positivo.

Las radios comunitarias han sido desde hace muchos años un espacio propicio para ello, por lo tanto es muy importante involucrar siempre a las generaciones más jóvenes, escuchándo sus opiniones, tomándoles en cuenta en las desiciones y que estos ambientes de inclusión y respeto puedan irse haciendo cada vez más presentes en todos los espacios comunitarios.

 

 

[1] La Declaración de los Derechos del Niño apareció por primera vez en 1959, pero fue hasta el 20 de noviembre de 1989 cuando se crea la Convención sobre los Derechos del Niño por la Asamblea General de las Naciones Unidas, cuyo cumplimiento ya es de carácter obligatorio.

[2] Estos talleres se llevaron a cabo con el apoyo de las y los enlaces comunitarios de Ojo de Agua Comunicación, quienes la vincularon con radios comunitarias, agencias municipales, escuelas primarias y bachilleratos

 

Esta actividad cuenta con el financiamiento de la AVCD y del Gobierno Vasco, además de la colaboración de KCD ONGD