Camino a la paridad política: mujeres en cargos comunitarios

Cuando Rosario asumió el cargo de policía femenil hace tres años, tan solo había dos mujeres con cargos de autoridad en Santa María Yucuhiti, en la mixteca alta del Estado de Oaxaca. Ella y una compañera que ocupaba el cargo de secretaria de la sindicatura. Ahora, tres años después, son siete las mujeres que conforman el equipo municipal, del que forman parte también Erica Aparicio, en el cargo de secretaria de la sindicatura, y Martha Clotilde López, en el de Regidora de Equidad de Género. Las mujeres siguen siendo minoría, pero cada vez están más presentes, aunque esta presencia no siempre va acompañada de una mayor presencia en la toma de decisiones.

«Muchas veces sientes como que sí, parece que puedes opinar, pero que lo que dices no se tiene en cuenta. No te escuchan», dice Rosario sobre su experiencia en el cargo. Destaca que esto se deja ver en los propios nombramientos de mujeres, que en muchos casos no se hacen de forma consciente como resultado de una reflexión sobre la necesidad de una paridad en el equipo municipal, sino por cumplir con lo que resulta «políticamente correcto» o incluso como burla. «En mi caso fue así», cuenta Rosario, «me nombraron policía porque les hacía chiste a los varones que les detuviese una mujer».

En el caso de Erika, ella sitió que su nombramiento tampoco fue resultado de que la asamblea creyera en su valía para el cargo. «Puede que algunos si creyeran en mis capacidades, pero estoy segura de que muchos me escogieron porque yo acababa de llegar a la comunidad después de estar bastante tiempo fuera», comenta y añade que, aunque su incorporación al cargo es todavía muy reciente, ya ha podido ver algunas cosas que hacen que ella y sus compañeras tengan más complicado hacer valer su palabra dentro del equipo. «No debería ser así, pero digamos que los que tienen más rango son hombres y sus opiniones pesan más», explica.

En una situación similar se encuentra su compañera en el equipo, Martha, que afirma ser consciente de que «habrá topes y dificultades que le impedirán caminar», especialmente siendo la Regidora de Equidad de Género. «Va a ser difícil y sé que no voy a poder hacerlo todo, pero estoy convencida de que hay cosas que sí se van a poder lograr, aunque sean cosas chiquitas y que todas ellas contribuirán al futuro que queremos construir», dice.

En el caso de Martha, este no es su primer cargo, pero si el primero que tiene en la cabecera municipal, lo que para ella representa un gran cambio. «Si no fuera por mi marido, casi con total seguridad no habría aceptado el puesto», confiesa, pues implica desplazarse fuera de su comunidad y estar mucho más tiempo fuera de la casa.

Esto, en la importancia de contar con un apoyo en casa que les permita disponer del tiempo que las funciones de su cargo le requieren, es algo en lo que todas ellas coinciden. «El cargo implica levantarse más temprano, irse a la cama más tarde y, a todo lo que ya tienes que hacer a lo largo del día, sumar las tareas del cargo» cuenta Rosario sobre su periodo como policía femenil. Aceptar el cargo significó tener que reorganizarse para poder atender a sus nuevas funciones, sin que ello implicase, por un lado, desatender a su familia y las tareas de cuidado y del hogar que tradicionalmente cae sobre las mujeres y, por otro lado, en su caso, dejar de contribuir a la economía doméstica. «Yo decidí empezar a vender tortillas, porque me permitía seguir teniendo unos ingresos, ya que el cargo era un servicio social y no generaba ingresos», cuenta.

Martha, que se siente muy contenta de poder decir que ella y su pareja son «un equipo en todo lo que se refiere a la casa y a los cuidados» y algo similar es la experiencia de Erika quien, sin embargo, es muy consciente de que esto no es lo habitual. «Muchos hombres ni siquiera son conscientes de todo el trabajo que asumimos las mujeres dentro de la casa» y añade que solo los que si lo son «pueden entender y valorar el esfuerzo que supone para una mujer aceptar un cargo y dedicar tiempo a la comunidad y a que las cosas empiecen a cambiar».

Es innegable que las complicaciones que tienen que afrontar las mujeres indígenas para asumir cargos comunitarios son mucho mayores que las de los hombres. Para Erika es fundamental el apoyo mutuo entre mujeres «para que cada vez sea más fácil para las mujeres asumir un cargo y para que no duden de si son capacidades o si están preparadas para él». Además, quienes como Rosario, que ya ha terminado su servicio, o Martha, que acaba de asumir un cargo por segunda vez, aseguran que la experiencia les ha resultado muy positiva. «Me enseñó muchas cosas y, sobre todo, me dio confianza en mí misma. En que sí valgo y que si soy capaz de hacer muchas cosas», asegura Rosario, mientras que Martha, sin perder de vista la parte dura que implica convertirse en autoridad comunitaria, afirma alegrarse de haber decidido aceptar el nombramiento porque «es necesario que sirvamos de ejemplo a otras mujeres de que sí podemos estar ahí y conseguir que se tengan en cuenta nuestras opiniones».

Esta actividad cuenta con el financiamiento de la AVCD y del Gobierno Vasco, además de la colaboración de KCD ONGD